Francia instauró este lunes la obligación, para todos los trabajadores que estén en contacto con el público, de tener el controvertido pase sanitario. Una medida que afecta a casi dos millones de personas de los sectores del transporte, el comercio minorista, la restauración y la cultura.
En concreto, esto significa que, antes de que se le permita acceder al lugar de trabajo, el empleado en cuestión deberá presentar un certificado de vacunación o una prueba con resultado negativo. La cuestión no cuenta en absoluto con la aprobación unánime de los franceses.
“Estamos decididamente en contra”, confirma Hichem Aktouche desde el sindicato Tiendas y Servicios del Sur. “En primer lugar, porque tendrá consecuencias muy peligrosas para los empleados. Podrían quedarse sin salario y posiblemente sin trabajo. Así que estamos luchando para mostrar nuestra desaprobación con este sistema, y especialmente con los peligros que conlleva la aplicación del pase sanitario en estas empresas”, condena Aktouche.