Steven Brandenburg, de 46 años, un farmacéutico de Grafton (Wisconsin, EEUU), tenía una sorpresa guardada por Navidad. Las noches del 24 y del 25 de diciembre sacó del refrigerador 570 dosis contra la Covid-19 y las dejó a temperatura ambiente con la intención de hacerlas inefectivas. Brandenburg pudo cometer semejante tropelía porque trabajaba en el turno de noche en el Aurora Medical Center, uno de los dos hospitales de la localidad. Después del sabotaje, 57 dosis acabaron en los brazos de los pacientes.
En Nochebuena, las vacunas estuvieron tres horas a temperatura ambiente y el propio farmacéutico las volvió a colocar en el frigorífico. La noche del 25 de diciembre permanecieron fuera nueve horas, hasta que otro farmacéutico del centro médico las descubrió y las colocó de nuevo en su lugar, según informaron medios locales, basados en la declaración del propio Brandenburg a la policía. Este sabía que si las vacunas permanecían a temperatura ambiente más de 12 horas no serían efectivas, siendo consciente de que se iban a utilizar al día siguiente. La vacuna de Moderna debe conservarse entre dos y siete grados centígrados, un rango de temperatura en el que aguanta hasta 30 días. Su vida puede alargarse hasta seis meses si se conserva a -20 grados.
El 26 de diciembre, hasta 57 personas se vacunaron con dosis alteradas por Brandenburg. Ese mismo día, el hospital hizo público que se habían administrado vacunas defectuosas de forma “accidental”. Sin embargo, las sospechas sobre el empleado llevaron a una investigación interna hasta que el farmacéutico se declaró culpable.
“Comenzamos a sospechar del comportamiento de este individuo y fue suspendido. Después de varias entrevistas, admitió haber sacado la vacuna del refrigerador”, aseguró Jeff Bahr, presidente del grupo Aurora Health Care, propietario del hospital, en una rueda de prensa el 31 de diciembre recogida por Wisonsin Public Radio.Así es la lengua covid: el último síntoma extraño relacionado con el coronavirusCiencia | AgenciasUn estudio realizado por investigadores del Hospital Universitario de La Paz apunta que un 25% de los enfermos sufren alteraciones en la boca y la lengua.
Bahr también dijo que se notificó a las 57 personas vacunadas y que, hasta el momento, no habían reportado ningún efecto adverso. Lo que todavía está por determinar, según el Departamento de Justicia, es si las dosis que se inyectaron fueron en vano. Las 570 vacunas dañadas fueron desechadas y se calcula que su valor está entre 8.000 y 11.000 dólares (entre 6.000 y 9.000 euros).
El hospital despidió al farmacéutico el 30 de diciembre. La policía local lo arrestó en Nochevieja, acusándolo de poner en peligro la seguridad, de adulterar un medicamento y de daño criminal a la propiedad.
“Los detectives indican que el individuo sabía que las vacunas alteradas serían inefectivas y que quienes las recibiesen pensarían que estarían vacunados contra el virus cuando, en realidad, no lo estaban”, dijo la policía en un comunicado el día de la detención.
La gravedad del caso llevó al FBI y a la Administración de Alimentos y Medicamentos de EEUU (FDA, por sus siglas en inglés) a sumarse a la investigación.
Divorcio y teorías
Brandenburg llevaba 23 años como farmacéutico con licencia. Sin embargo, era un confeso seguidor de las teorías de la conspiración. Según uno de los fiscales del caso, Adam Gerol, el farmacéutico “creía que las vacunas no eran seguras”, informó AP.
Las autoridades descubrieron que Brandenburg hablaba de sus creencias con sus compañeros de trabajo. A lo largo de dos años, el farmacéutico había compartido en más de una ocasión su escepticismo sobre las vacunas y, últimamente, sobre la de Moderna contra la Covid-19. El hombre creía que la vacuna altera el ADN de quienes la reciben, algo que se ha demostrado erróneo.
Un empleado del hospital también aseguró a la policía que el farmacéutico había acudido armado a su puesto de trabajo, al menos, en dos ocasiones. Por otro lado, el fiscal Gerold reveló que el acusado atraviesa un momento personal delicado y que está en proceso de divorcio.
20 años de cárcel
EEUU espera dar un castigo ejemplar para que nadie se vuelva a atrever a poner la mano encima de la vacuna en la que están puestas todas las esperanzas para dejar atrás la pandemia. A Brandenburg, las teorías de la conspiración le han llevado demasiado lejos. Tanto, que puede pasarse los próximos 20 años de su vida entre rejas.
Este martes, el farmacéutico acordó declararse culpable de dos cargos por “intentar manipular productos de consumo sin tener en cuenta el riesgo de que otras personas corran peligro de muerte o lesiones corporales”. Los fiscales federales piden hasta 10 años de prisión y 250.000 dólares (alrededor de 200.000 euros) de multa por cada uno de ellos.
“La manipulación de dosis de la vacuna en medio de una crisis de salud global requiere una respuesta firme, como se refleja en los graves cargos que Estados Unidos ha presentado”, advirtió en un comunicado otro fiscal, Brian Boynton, del Departamento de Justicia.
Por su parte, el agente del FBI a cargo de la investigación, Robert Hughes, añadió: “Los farmacéuticos son algunos de los profesionales más respetados (…) Este individuo usó su acceso especial para manipular los viales de la muy necesaria vacuna contra la Covid-19. El FBI se toma muy en serio las acusaciones de manipulación de productos de consumo y utilizará todos los recursos disponibles para llevar ante la justicia a aquellos que intencionalmente ponen en riesgo la salud pública”.