Joe Biden recibió un telegrama explosivo desde Bagdad, a las pocas horas de tomar posesión, y el remitente acaba de ser confirmado. Estado Islámico (EI) ha reivindicado el doble atentado suicida de ayer, en un mercadillo de la capital iraquí, que ha dejado un mínimo de 32 muertos y 110 heridos. El mensaje ha sido difundido en Telegram por Amaq, la agencia del EI, aunque su autenticidad está abierta a debate.
En cualquier caso, la reivindicación aclara el objetivo sectario de este atentado “contra los apóstatas”, que en la visión del mundo de la organización terrorista suní equivale a los chiíes. La céntrica plaza de al Tayaran, además de mercadillo de ropa de segunda mano, es también centro de recogida de albañiles y otros trabajadores temporales.
Ensañamiento con los civiles
Hacía 18 meses que no se producía un atentado suicida en la capital y tres años sin nada de una magnitud parecida
Según la reconstrucción de los hechos, un terrorista se tiró al suelo fingiendo dolor de estómago y pidiendo ayuda, procediendo a detonar su chaleco o cinturón explosivo tan pronto como se vio rodeado por un corrillo. A los pocos minutos, otro terrorista provocó una segunda explosión contra los voluntarios y servicios de emergencia que estaban socorriendo a los heridos.
No solo el lugar del atentado de ayer, sino también su mecánica, son idénticos al del último gran atentado suicida en Bagdad, que se produjo hace casi exactamente tres años. En aquel entonces, el objetivo era desmentir la derrota total del Estado Islámico en Irak por parte de una heterogénea y laxa coalición en la que figuraban desde ejércitos occidentales a milicias chiíes encuadradas por Irán, además de tropas iraquíes.
Como otros atentados atribuidos a Estado Islámico, el momento seleccionado no es inocente. Donald Trump, en los últimos compases de su desgobierno, ordenó reducir hasta 2.500 efectivos las tropas de EE.UU. en Irak, cuya partida había sido exigida por el Parlamento de Irak hace un año, a raíz del asesinato con dron ordenado por el mismo presidente estadounidense del general iraní Soleimaní – y del número dos de las milicias chiíes, ambos en la lista negra de EI. El hostigamiento de la presencia militar estadounidense por parte de dichas milicias no ha cesado desde entonces.
En paralelo, esta misma madrugada, la aviación israelí habría vuelto a atacar a milicias chiíes apoyadas por Irán en territorio sirio. Damasco dice haber interceptado la mayor parte de estos proyectiles. La presencia estadounidense entre Siria (sin base legal) e Irak (ahora cuestionada) es importante desde el punto de vista de la inteligencia para estos ataques israelíes.
Ataque suicida en Bagdad
El modus operandi es el mismo empleado hace tres años por Estado Islámico, exactamente en el mismo mercadillo
En Irak, una de las organizaciones en el punto de vista de Tel-Aviv, Kataeb Hizbulah, ha acusado hoy en un comunicado a Arabia Saudí e Israel, sin pruebas, de estar detrás del doble atentado suicida de ayer con el objetivo de “desestabilizar a Irak”.
El país, que atraviesa una grave crisis económica, había anunciado elecciones para el mes de junio, para legitimar un nuevo liderazgo. Sin embargo, se registran ya presiones para su aplazamiento. La clase política iraquí estaba contra la picota hace un año, con grandes concentraciones de protesta, pero el asesinato de Soleimaní y luego la sordina de la pandemia les ha dado un respiro.
En cualquier caso, a Joe Biden le esperan meses de argumentos y contraargumentos para aumentar o reducir las tropas estadounidenses en territorio de Irak. A juzgar por lo acontecido desde la catastrófica invasión del país, en el lejano 2003, y por los muchos intereses en juego, los primeros acostumbran a contar con mejores bazas para perpetuar el empantanamiento estadounidense y el despilfarro en contratistas.