En la Cordillera de los Andes, específicamente en Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador, se cultiva un tubérculo llamado mashua —también conocido como mashwa, añu o isaño—, que crece entre los 2.600 y 4.100 metros sobre el nivel del mar (msnm).
“Este tubérculo, nuestros ancestros lo tenían como medicina natural”, cuenta la ecuatoriana María Cutiupala, representante de la Asociación de Mujeres Indígenas ‘Mushuk Kawsay’, nombre en kichwa que en español significa ‘Nueva vida’.
Cutiupala añade que es “bueno para los varones para evitar cáncer de próstata” y otras enfermedades asociadas, por ejemplo; pero, también se asocia a beneficios en los riñones, hígado, en la piel, en los huesos, para mantener las defensas altas y prevenir la anemia.
La Revista Revista Peruana de Medicina Integrativa publicó que el extracto acuoso de la mashua —cuyo nombre científico es Tropaeolum tuberosum— tiene una actividad poderosa antioxidante.
De este tubérculo se han reconocido más de 100 variedades. De acuerdo con esa diversidad, se consume en sopas, guisos, frita, mezclada con otras verduras e, incluso, como dulce, preparada en mermelada.
El tubérculo es de entre 5 y 15 centímetros, de forma cónica alargada, textura arenosa y tiene un sabor acre y picante, que desaparece con la cocción, tornándose, más bien, dulce. Los hay de diversos colores, como negro, rojizo, blanco, amarillo, morado y gris, con algunas tonalidades oscuras en la piel.
“Posee un alto valor nutritivo, que combina proteínas, carbohidratos, fósforo, calcio y hierro. Además, posee una sustancia llamada antocianina, conocida como anticancerígena”, dice la representante de la asociación ‘Mushuk Kawsay’.
Sin embargo, en Ecuador, el consumo decayó significativamente y el tubérculo estaba cerca de desaparecer del mercado. “Nuestros hijos no han consumido la mashua, no estamos consumiendo con normalidad”, enfatiza Cutiupala, en entrevista con RT.
En las faldas del Chimborazo
La asociación de estas mujeres emprendedoras, que tiene 22 féminas de 16 a los 78 años, está ubicada en la comunidad indígena Calerita Shobol, de la parroquia San Juan, en el cantón Riobamba de la provincia del Chimborazo.
Ellas se asociaron con la finalidad de mejorar la calidad de vida de sus familias. Tras años de asociación y de explorar varios tipos de emprendimientos, que no daban los frutos requeridos, hace tres años decidieron rescatar la mashua y darle un valor agregado para su comercialización.
Las mujeres están, específicamente, en las faldas del volcán Chimborazo, el punto más alejado del centro de la Tierra o el más cercano al Sol, y es ahí donde cultivan este tubérculo. Cutiupala señala que la siembra la hacen en escala, para no tener una saturación de la mashua al momento de la cosecha y de procesarlo.
Después de conversaciones y análisis, surgió la idea de hacer un yogurt. Hubo ensayo y error en los primeros intentos por conseguirlo, aprendieron a esterilizar bien los recipientes y encontraron un sabor que les agradó.
“El yogurt es 100 % orgánico, libre de conservantes y colorantes, no es empalagoso”, describe Cutiupala, y señala que lo elaboran con otra materia prima del lugar, que es la leche de vaca de San Juan. Explicó que el producto es “medio en azúcar”, que, además, es de la misma mashua.
El yogurt, al que le pusieron por nombre ‘Tandalla warmis’ (en español ‘Mujeres juntas’), lo tienen en cuatro presentaciones, de 2 y 1 litro, y de medio y cuarto de litro. Es comercializado, principalmente, en ferias y, bajo pedidos, en tiendas. Además de Chimborazo, han llevado su producto a otras provincias como Imbabura, Pichincha, Azuay, Loja, Cañar y Bolívar.
Para Cutiupala, este yogurt “es especial”, no únicamente porque les proporciona una beneficio económico a las integrantes de la asociación, sino porque representa una “herencia de los ancestros” y está muy ligado a su “identidad cultural”.
Bebida y mermelada
Con la buena acogida que tuvo el yogurt, decidieron sacar una bebida a partir de la mashua para atender los requerimientos de las personas intolerantes a la lactosa, que no podían consumir su producto principal.
También comenzaron a hacer mermelada, que les solicitaron; y están en proceso de producir helados, precisó la representante de la asociación ‘Mushuk Kawsay’.
De acuerdo con Cutiupala, los compradores buscan sus productos principalmente por esos “beneficios medicinales” que les pueden otorgar, más que por tratarse de un alimento.
Actualmente, ya cuentan con el registro sanitario y pudieron adquirir una infraestructura propia para la asociación, donde instalaron la planta para la elaboración de sus productos.
Ante el crecimiento de la demanda, además de usar la mashua que las mismas socias cultivan, en ocasiones recurren a las parroquias cercanas a San Juan para comprar el tubérculo y las otras materias primas necesarias.