Después de milenios de cuidadoso rebanado y cortado en cubos, podría parecer que los científicos han descubierto por completo la anatomía humana. Unas pocas docenas de órganos, un par de cientos de huesos y tejido conectivo para unirlo todo.
Pero a pesar de siglos de escrutinio, el cuerpo aún es capaz de sorprender a los científicos.
Un grupo de investigadores en los Países Bajos ha descubierto lo que podría ser un conjunto de órganos no identificados previamente: un par de glándulas salivales, agazapadas en el rincón donde la cavidad nasal se encuentra con la garganta. Si se confirman los hallazgos, este manantial oculto de saliva podría marcar la primera identificación de su tipo en unos tres siglos.
Cualquier libro de anatomía moderna mostrará solo tres tipos principales de glándulas salivales: uno cerca de las orejas, otro debajo de la mandíbula y otro debajo de la lengua. “Ahora creemos que hay un cuarto”, dijo Matthijs Valstar, cirujano e investigador del Instituto Holandés del Cáncer y uno de los autores del estudio, publicado el mes pasado en la revista Radiotherapy and Oncology.
El estudio fue pequeño, y examinó una población limitada de pacientes, dijo Valerie Fitzhugh, patóloga de la Universidad de Rutgers que no participó en la investigación. Pero “puede que estén detrás de algo”, dijo. “Si es real, podría cambiar la forma en que vemos la enfermedad en esta región”.
Aún sin una aplicación terapéutica directa, Yvonne Mowery, radiooncóloga de la Universidad de Duke, dijo que “estaba bastante sorprendida de que estemos en 2020 y hayamos identificado una nueva estructura en el cuerpo humano”.
Valstar y sus colegas, que normalmente estudian datos de personas con cáncer de próstata, no emprendieron una búsqueda del tesoro para hallar glándulas para escupir no identificadas. Pero las estructuras son importantes para los investigadores y médicos que se ocupan de la oncología.
Las glándulas salivales producen colectivamente casi un litro de saliva cada día, que es responsable de “muchas cosas que te hacen disfrutar de la vida”, dijo Valstar. Lubrica la boca, lo que hace más fácil hablar y tragar. Transporta las sabrosas substancias químicas de los alimentos a las células microscópicas que pueden percibirlas. Incluso está imbuida de llanos poderes curativos, al librar una guerra contra los gérmenes y acelerar el cierre de las heridas.
Los médicos toman numerosas precauciones para evitar dañar las glándulas cuando administran la radioterapia, que puede, con un solo golpe mal dirigido, comprometer permanentemente los delicados tejidos.
Mientras examinaban un conjunto de escaneos de una máquina que podía visualizar los tejidos con gran detalle, los investigadores notaron dos estructuras desconocidas en el centro de la cabeza: un dúo de glándulas planas, largas y delgadas, de alrededor de cinco centímetros de longitud, cubiertas discretamente por los tubos que conectan los oídos con la garganta.
Desconcertados por las imágenes, diseccionaron el tejido de dos cadáveres y encontraron que las glándulas tenían similitudes con las glándulas salivales conocidas que se encuentran debajo de la lengua. Las nuevas glándulas también estaban conectadas a grandes conductos de drenaje, lo que indica que canalizan líquido de un lugar a otro.
No está completamente claro cómo es que las glándulas eludieron a los anatomistas. Pero “la ubicación no es muy accesible, y se necesita una imagenología muy sensible para detectarlas”, dijo Wouter Vogel, un radiooncólogo del Instituto de Cáncer de los Países Bajos y otro de los autores del estudio. Las otras glándulas salivales grandes del cuerpo, que se encuentran más cerca de la superficie de la piel, también pueden ser pinchadas y empujadas; eso es mucho menos factible con este cuarto par de estructuras, que están metidas debajo de la base del cráneo.
El nuevo hallazgo, dijo Vogel, podría ayudar a explicar por qué las personas que se someten a radioterapia para el cáncer de cabeza o cuello terminan con tanta frecuencia con sequedad crónica de boca y problemas para tragar. Debido a que estas glándulas no eran conocidas por los doctores, “nadie trató de librarlas” de recibir dichos tratamientos, dijo Vogel.
Alvand Hassankhani, radiólogo de la Universidad de Pensilvania, dijo que dudaba en etiquetar las estructuras como “nuevos órganos”. Además de los tres pares de glándulas salivales grandes conocidas, unas 1000 glándulas salivales menores están esparcidas por el revestimiento de la boca y la garganta. Son más pequeñas y difíciles de encontrar a través de imágenes o escaneos que sus primas más grandes. Es posible que los investigadores de los Países Bajos simplemente encontrasen una mejor manera de visualizar un conjunto de glándulas menores previamente subestimadas, dijo Hassankhani.
Fitzhugh y Mowery estaban un poco más convencidas, pero ambas pidieron más datos. “Tener un conjunto de datos clínicos nunca es suficiente”, dijo Mowery.
La población de pacientes en el estudio tampoco era muy diversa, dijo Fitzhugh. El grupo original que los investigadores examinaron estaba compuesto en su totalidad por personas con cáncer de próstata o de glándula uretral, e incluía solo a una mujer entre 100 sujetos.
“Quisieras ver más equilibrio”, dijo Fitzhugh.
Las técnicas de imagen utilizadas en el estudio también se adaptaron específicamente para buscar crecimientos tumorales en esta población de pacientes. Podría valer la pena ampliar estos experimentos para incluir a un nuevo grupo de personas y usar diferentes métodos, dijo.
Fitzhugh añadió que con las técnicas tradicionales debería ser más fácil detectar las glándulas tímidas frente a la cámara “ahora que saben cómo buscarlas”.