Guadalajara, España… Una ciudad despierta en el mundo después del confinamiento. Con sus guantes y mascarillas, los habitantes tratan de retomar sus antiguas vidas. Tras dos meses de encierro, los pequeños negocios abren y se permiten reuniones de hasta diez personas. Y en las aceras, los vuelven a recibir clientes.
“Normalmente tenemos 20 mesas en la terraza. Hoy, como es el primer dia, hemos sacado cinco, para ver cómo va la cosa. Hay tres metros de distancia entre mesas. Y lo limpiamos todo con lejía, según vamos viendo. Usamos guantes, gel hidroalcohólico… Y parece que la gente se va animando”, explica Alfonso López, dueño de un bar.
En las terrazas, los clientes dan ese primer sorbo de normalidad que llevan tanto tiempo esperando.
Guadalajara está tan solo 40 minutos de Madrid, pero parece un mundo distinto. Sin una sola muerte por COVID-19 en las últimas 24 horas, la ciudad vuelve a la normalidad. Madrid tendrá que esperar al menos hasta el próximo lunes 18 de mayo para ver una relajación en las medidas de confinamiento.
La capital de España y otras grandes ciudades como Barcelona permanecerán cerradas hasta que su datos mejoren. La mayoría de las provincias españolas ya han entrado en la fase 1 hacia la nueva normalidad. Pero la gente, aún afronta el nuevo periodo con cierto recelo.
“Hay todavía mucho recelo, porque todo está muy reciente. En comparación con los clientes que tenemos habitualmente, hoy no es un dia normal. Es como si la gente estuviera a la expectativa de lo que puede pasar”, explica José Luis Ortega, propietario negocio minorista.
Con mas de 250 muertes por COVID-19 en la provincia, los familiares de aquellos que perdieron la vida pueden finalmente celebrar funerales para despedir a sus seres queridos.
“Yo he tenido que atender en el cementerio, y he estado yo solo, porque no había nadie de la familia. A veces había dos personas. Y los hijos me decían: es que no nos quedan lágrimas… Porque nuestro padre murió hace diez días”, recuerda José Antonio Fidalgo, Párroco Iglesia de Santiago.
Para los creyentes, en los lugares de culto recien abiertos, es momento de rezar por los que se fueron.
“Es lo menos que podemos hacer; rezar por ellos, y por los que se fueron. Pero es triste, que durante este tiempo, se han ido solos”, lamenta Álvaro García, feligrés.
Guadalajara, como el resto de España, entra en un largo periodo de desescalada para tratar de recobrar sus vidas. Pero nada volverá a ser igual. Porque el vacío de más de 25000 víctimas, jamás se podrá rellenar.