Por Dr. Víctor Garrido Peralta
La avalancha de información que se difunde por los medios y redes sociales puede dificultar la separación de los hechos reales y la ficción. La situación actual está evolucionando rápidamente y resulta peligrosa con la crisis sanitaria provocada por el síndrome respiratorio agudo severo corona virus 2 (SARS-CoV-2), previamente conocido por el nombre provisional de nuevo coronavirus del 2019 (nCoV-19). Esto es particularmente cierto para quienes tienen el sistema inmune comprometido, como los trasplantados, personas con cáncer, envejecientes, y pacientes con enfermedades crónicas, a los que su condición de salud de base los pone en alto riesgo de desarrollar complicaciones graves con el SARS-CoV-2.
Una de las características de significativa importancia de este corona virus es su alta facilidad de transmisión, se estima que un infectado propagará la enfermedad a un promedio de dos a tres personas con una tasa de aumento exponencial.
La corta pero cuantiosa casuística con que ha debutado este microorganismo, nos muestra su capacidad de ser transmitido por personas con escasas manifestaciones clínicas o presintomáticas, lo que hace mucho más difícil su contención. Además, puede matar adultos sanos y mayores con problemas de salud. La mortalidad en el planeta es de alrededor de un 1%, siendo más severa que la influenza estacional típica y que la pandemia de la influenza de 1957 (0.6%), aunque menor que la influenza de 1918 (2%).
El inhumano trato que tradicionalmente ofrecen los desgobiernos de las últimas décadas a nuestros ciudadanos, se ha dejado sentir una vez más durante la presente pandemia en los bombazos lanzados a los empleados del Hotel Majestic, en la carencia de previsión en que han sido enviados a sus hogares los trabajadores de la nación, en el hacinamiento de detenidos durante el toque de queda, en la aglutinación de ciudadanos durante la repartición de miseria, así como en la desprotección de los profesionales sanitarios, policiales y castrenses, potenciales agentes de difusión de la pandemia.
El SARS-CoV-2 ha puesto al descubierto las deficiencias del sector salud nacional, incapaz de ofrecer las pruebas diagnósticas gratuitas que facilitan los mecanismos de aislamiento y cuarentena, imprescindibles para lograr contener las catastróficas consecuencias de la pandemia. Asimismo, ha revelado la carencia de personal, camas, oxígeno, cuidados intensivos, mascarillas, antisépticos y medicamentos básicos. También, nos ha develado la incapacidad previsora y temeraria del desgobierno actual, al ignorar y minimizar la inevitable llegada de la enfermedad a Quisqueya.
Señor presidente Medina, sí, existen recursos para cubrir los gastos de la prueba diagnóstica RÁPIDA del SARS-CoV-2, y para la protección de los profesionales sanitarios, policiales y castrenses. No solo eso, usted tiene la posibilidad de dotar las antesalas de la muerte (hospitales) con lo básico, incluso para subsanar la carencia de previsión. Le vamos a facilitar su trabajo con estas cortas sugerencias:
– De sus miles de millones de beneficios reportados, las ARS deben cubrir los gastos de la prueba RÁPIDA a todo ciudadano con síntomas, o que haya visitado alguno de los países de mayor circulación del virus.
-Las AFP deben devolver un máximo del 40% de sus pensiones a quien lo solicite.
– Creemos que la ARL puede aportar una parte igual o mayor que las AFPs, sobre todo porque el dinero extraído de las AFPs reducirá el ahorro, mientras que lo de la ARL ya lo ha aportado el patrono en su totalidad, y lo que no está reservado para reclamaciones en curso no tiene sentido que termine siendo una ganancia para el Estado. Esto cubriría la parte de protección de nuestra línea de defensa, profesionales de la salud, policías y castrenses, depósito de 10 mil pesos en la tarjeta de solidaridad y dotación de centros hospitalarios designados para servir a pacientes con el SARS-CoV-2.
En conclusión, la prioridad actual es salvar vidas y desarrollar la capacidad de respuesta de futuro. Debemos vigorizar nuestro precario sistema de atención primaria de salud, ya que este es el eslabón inicial sanitario para prevenir y combatir epidemias, entendiendo que dentro de las funciones de dichos centros está alertar sobre posibles brotes, y desarrollar una base de datos que servirá para complementar la misión de estos.
Sin prisa pero sin pausa…¡Llegaremos!