Un joven pescador saca la cabeza de las aguas del río Mecoacán y al abrir su mano muestra satisfecho un puñado de almejas. Sus compañeros le esperan a unos metros debajo del puente que une al río con el puerto de Dos Bocas (Estado de Tabasco, sur de México). La pesca en los últimos días no ha sido generosa. Algunos buzos se dedican a matar el tiempo a la sombra de la estructura, otros ya están en la carretera vendiendo los moluscos frescos. Por el puente, decenas de camiones cruzan cada minuto abandonando la localidad de Paraíso, cargados de fango y restos del manglar verdísimo que abundaba en donde hoy el Gobierno mexicano construye una refinería. El ruido del escape de los camiones es ensordecedor, pero los pescadores, callados, siguen con la rutina. La vida rural de la costa de Tabasco convive con el proyecto industrial gubernamental, aunque su futuro es incierto.
VIDEO!!!…El gran plan contracorriente de López Obrador
La apuesta del presidente de México por construir una refinería y expandir los combustibles fósiles choca con la determinación de muchos países de luchar contra el cambio climático