El nombre de Baltasar Garzón -que deja indiferentes a pocos en España y América Latina- se dio a conocer a nivel internacional en octubre 1998, cuando pidió desde España la detención de Augusto Pinochet en Londres… por crímenes cometidos en Chile.
Y esa es, en nuez, la esencia de la jurisdicción universal que Garzón lleva décadas impulsando y a la que dedica su último libro: que los crímenes de lesa humanidad -como genocidio, tortura o desapariciones- puedan ser juzgados en otros países si la jurisdicción nacional no quiere (o no puede) hacerlo.
El de Pinochet fue el primer caso en el que un exjefe de Estado era detenido bajo el principio de la jurisdicción internacional.
El ex hombre fuerte de Chile estuvo año y medio bajo arresto en Londres hasta que el entonces canciller británico, Jack Straw, decidió no autorizar la extradición por motivos de salud del entonces senador vitalicio chileno.
Sin embargo, eso desató un “efecto dominó” -como el mismo Garzón lo denomina- que hizo que Pinochet fuera poco después acusado de diferentes crímenes en Chile por el juez Juan Guzmán Tapia.
No ha sido el único caso.
Un efecto similar se le atribuyen a querellas presentadas ante Garzón en España por casos de abusos durante los regímenes militares en Argentina y Guatemala: eso abrió las compuertas para que violadores de derechos humanos fueran juzgados finalmente en sus propios países.
Pero además de a la notoriedad, Garzón no ha sido ajeno a la controversia.
Su investigación sobre los crímenes cometidos durante el franquismo llevó a que el sindicato español Manos Limpias, considerado de ultraderecha, lo demandara por prevaricación por declararse competente para investigar crímenes durante la Guerra Civil y el franquismo cuando no lo era.
El Tribunal Supremo español desechó las demandas por estos casos, pero en 2012 lo condenó por prevaricación por ordenar escuchas ilegales entre presos y abogados en el llamado caso Gürtel (por corrupción y que involucraba a integrantes del Partido Popular, PP) y lo sentenció a 11 años de inhabilitación para el cargo de juez.
Desde entonces ha sido asesor del Tribunal Penal Internacional de la Haya, defensor de Julian Assange y creador de la Fundación Internacional Baltasar Garzón, que trabaja, precisamente, en la búsqueda de una jurisdicción universal.
Entrevistamos a Baltasar Garzón con motivo del Hay Festival que se realiza Querétaro esta semana, donde presentará su libro “No a la impunidad: jurisdicción universal, la última esperanza de las víctimas”.