Esta rápida urbanización, bien gestionada, puede ser muy beneficiosa no solo para las propias ciudades sino también para el desempeño socioeconómico de los países. Las ciudades pueden ser fuentes de innovación y crecimiento económico, ya que estimulan las economías de aglomeración, es decir, las economías que surgen por la proximidad o la intensidad y frecuencia con que se realizan los intercambios de bienes e ideas entre los agentes económicos.
Loos procesos de urbanización también pueden provocar efectos no deseados
Generalmente, a medida que aumenta el tamaño de la ciudad, si está bien administrada, también lo hace su productividad y, por lo tanto, los salarios promedio. A modo de ejemplo, en Colombia, un incremento del 10% en la población urbana está relacionado con aumentos entre 1 y 1.5% de los salarios promedio, según un reciente informe de CAF. Con políticas adecuadas, las ciudades se convierten en lugares apropiados para mejorar el bienestar de los ciudadanos, ofreciendo espacios para el intercambio de ideas, la recreación, el consumo de bienes materiales e inmateriales.
Pero los procesos de urbanización también pueden provocar efectos no deseados. Un buen ejemplo es lo que sucede en gran parte de las ciudades de América Latina, donde las áreas urbanas se expandieron -y continúan haciéndolo- de manera desordenada y a un ritmo más rápido que el crecimiento poblacional, consumiendo áreas previamente destinadas a la agricultura e impactando no siempre positivamente en las dinámicas socio económicas.
Estudios sobre este proceso muestran que las ciudades con mayores tasas de expansión tienen mayores niveles de inequidad y que existe una importante correlación entre la expansión desordenada, la segregación y el crecimiento de asentamientos precarios. La rápida urbanización latinoamericana no fue acompañada con una adecuada provisión de servicios de infraestructura y vivienda, ocasionando en muchos casos la proliferación de barriadas, favelas o villas.
Un problema relevante de la expansión urbana sin control es que demanda redes de infraestructura y transporte con costos que crecen de manera exponencial si no se supera un umbral mínimo de densidad. En ese sentido, en ciudades que se expanden de manera desordenada, se evidencian costos que pueden ser cuatro veces mas grandes que en ciudades mas compactas.
En términos de la sustentabilidad ambiental, la urbanización implica también que el suelo necesario para proveer alimentos, energía y materias primas a los residentes de las ciudades se está expandiendo. En algunos casos, la huella ecológica puede llegar a ser 200 veces mas grande que el tamaño de la ciudad.
Es necesario implementar modelos de gestión urbanos dirigidos a mejorar la PRODUCTIVIDAD de las ciudades, la inclusión social y el bienestar de los ciudadanos
Este modelo, debe perseguir el objetivo de anular o minimizar los costos de la urbanización, tales como la contaminación, la congestión, la expansión desordenada, los asentamientos precarios, los altos costos de vivienda, el desempleo, y maximizar los beneficios, como son la innovación creciente, la mayor productividad y los mayores salarios. El principal desafío para lograrlo, es coordinar políticas que impacten sobre múltiples dimensiones de la ciudad y que muchas veces trascienden los límites jurisdiccionales de las ciudades.