Según la tradición cristiana, luego de ser condenado a muerte y crucificado en el Monte Calvario, cuando María Magdalena, María y Salomé acudieron al sepulcro, el cuerpo de Jesús no estaba. Había resucitado.
Aunque María Magdalena fue una figura clave en este evento, después de la resurrección son los 12 apóstoles los encargados de llevar la palabra de Jesús a todo el mundo -según los relatos bíblicos- y sobre ellos recae la expansión de la Iglesia católica.
Sin embargo, hay un texto, conocido como el evangelio de María, que le da un papel mucho más preponderante a la figura de María Magdalena.
Los llamados evangelios apócrifos son textos alternativos que quedaron fuera de la biblia cuando la Iglesia llegó a una versión oficial del cristianismo.
Según los estudiosos, está claro que la persona llamada María se refiere a María Magdalena.
De él se conservan solo tres fragmentos, dos ediciones en griego del siglo III y otro un poco más extenso en copto, del siglo V. Dicha traducción en copto fue hallada en un bazar de El Cairo por un erudito alemán en 1896.
Las ediciones en griego fueron descubiertas posteriormente en excavaciones en Egipto.
“Todavía no se conoce una copia completa del evangelio de María. Menos de ocho páginas del antiguo texto de papiro sobreviven, lo que significa que casi la mitad del evangelio de María está perdido para nosotros, quizás para siempre”, escribió la historiadora e investigadora Karen King, en la edición comentada de su traducción del texto.
¿Qué dice?
Según King, esta breve narración presenta una “interpretación radical de las enseñanzas de Jesús como un camino hacia el conocimiento espiritual interior” y también “el argumento más directo y convincente en cualquier escrito cristiano primitivo sobre la legitimidad del liderazgo de las mujeres“.
La historia que contiene comienza algún tiempo después de la resurrección de Jesús. Los discípulos acaban de tener una visión de él.
En ella, Jesús anima a sus discípulos a salir y predicar sus enseñanzas al mundo, pero tienen miedo de hacerlo. “Si lo mataron a él, también nos matarán a nosotros”, dicen.
Es María quien da un paso adelante y dice: “no se preocupen, él prometió que estaría con nosotros para protegernos” Dice que ella dirigirá sus corazones hacia el bien y comienzan a discutir las palabras del Salvador.
En textos como el evangelio de Felipe -otro apócrifo-, María es presentada como un símbolo de sabiduría.
Sin embargo, en el evangelio de María, ella es quien les cuenta a los discípulos sobre las enseñanzas de Jesús.
En un momento del texto, Pedro le pide a María que les cuente “las palabras del Salvador” que ella había escuchado y ellos no.
“Lo que está escondido para vosotros os lo anunciaré“, responde María Magdalena.
Entonces les habla de una visión que tuvo de Jesús y de una conversación con él, de la que da algunos detalles.
Más tarde, relata una controversia en la que intervienen los apóstoles Andrés y Pedro.
Andrés, dirigiéndose a los demás, dice: “no sé lo que piensan los demás, pero estas cosas me parecen muy extrañas, y parece que nos está contando enseñanzas diferentes a las del Salvador”.
Después interviene Pedro: “¿Habría Jesús hablado en privado con una mujer en lugar de abiertamente con nosotros? ¿Él la prefería a nosotros?”
Mateo defiende a María y reprime el ataque sobre ella. “Pedro, siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla?
¿Qué significa?
En el texto, el problema de Pedro parece ser que Jesús seleccionó a María sobre los otros discípulos para interpretar sus enseñanzas.
Pedro ve a María como una rival en el liderazgo del grupo.
“El Evangelio de María se escribió cuando el cristianismo, todavía en sus etapas iniciales, estaba formado por comunidades ampliamente dispersas en el Mediterráneo oriental, comunidades que a menudo estaban relativamente aisladas unas de otras y probablemente cada una lo suficientemente pequeña como para reunirse en la casa de alguien”, escribe King en su edición del texto.
“En parte como consecuencia de su desarrollo independiente y diferentes situaciones, estas iglesias a veces divergían ampliamente en sus perspectivas sobre los elementos esenciales de la creencia y práctica cristianas”.
“Los temas básicos como el contenido y el significado de las enseñanzas de Jesús, la naturaleza de la salvación, el valor de la autoridad profética y los roles de las mujeres y los esclavos se debatieron intensamente”.
En cualquier caso, el evangelio de María destaca la figura de María Magdalena sobre los discípulos de Jesús y proporciona información importante sobre el papel de las mujeres en la Iglesia primitiva.
Otros evangelios apócrifos
El de María Magdalena no es el único evangelio apócrifo conocido.
En 1945, un grupo de personas que cavaban en busca de fertilizante en el desierto egipcio encontraron varios textos primitivos cristianos incluyendo los evangelios de Tomás, Felipe y Marción, que habían permanecido enterrados durante 1.600 años.
El Jesús de estos textos era radicalmente diferente al aceptado en los evangelios del Nuevo Testamento.
En lugar del hijo de Dios sufriente y humano, mostraban a un ser divino cuyas expresiones misteriosas revelaban los secretos de la inmortalidad.
También está el evangelio de Pedro, descubierto en el siglo XIX, y que hace un relato entero de la Pasión en el que culpabiliza mucho más a los judíos por la muerte de Jesús, y prácticamente disculpa a los romanos.
Todos estos textos fueron apartados por la Iglesia cuando se llegó a una versión oficial del cristianismo.
Cuando el emperador romano Constantino se convirtió al Cristianismo en el año 312, quiso utilizarlo como forma de unificar su fragmentado imperio.
Luego hubo un efecto concertado para estandarizar doctrinas cristianas y promover un canon acordado de las escrituras del Nuevo Testamento.
Así que algunas de las escrituras “apócrifas” fueron apartadas, o incluso suprimidas. Pero la gran mayoría simplemente dejaron de ser reproducidas.
A finales del siglo IV, los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan fueron aceptados ampliamente como parte integral de los 27 textos que constituyen el Nuevo Testamento.
Junto con el Viejo Testamento, forman el canon de las sagradas escrituras cristianas.