Una vez más, tiembla Haití. El país más pobre de América está hundido en una nueva crisis que puso en jaque al débil gobierno de Jovenel Moïse.
Desde hace un mes se repiten protestas masivas, que en muchos casos terminaron en enfrentamientos con una Policía sin demasiados reparos para reprimir brutalmente. Al menos nueve personas murieron en el marco de una ola de violencia que incluyó bloqueos de calles, saqueos y hasta la fuga de todos los presos de una cárcel en Aquin.
Esta vez la causa no es un desastre natural, aunque nada de lo que pasa en Haití puede desvincularse de catástrofes pasadas de las que nunca llega a recuperarse. El disparador es un cóctel muy conocido en la región: una economía en rojo y corrupción política generalizada.
“Petrocaribe implicó comprar petróleo a precio muy bajo e intereses prácticamente inexistentes. Además, en 2010 Venezuela le condonó una deuda de 4.000 millones de dólares. Esto se tradujo en un subsidio al precio de los combustibles para el consumo del pueblo haitiano”, contó a Infobae el sociólogo José Manuel Ferreiro, doctor en lingüística por la Universidad de Lancaster.
Haití creó un fondo especial con los recursos excedentes a los que accedió gracias al programa. Supuestamente, estaba destinado a obras de infraestructura y a fines sociales. Pero sucesivas investigaciones comprobaron que buena parte de ese dinero terminó siendo desviado.
“Difícilmente se pueda decir que la crisis es nueva o sin precedentes. Esta turbulencia es apenas la más reciente manifestación de la frustración con los oligarcas y las elites. Los haitianos enfrentan dificultades desde hace décadas para consolidar su democracia. El grito que recorre las calles de Puerto Príncipe, ‘Kot kòb petwo karibe a?’ (¿dónde está el dinero de Petrocaribe?), busca llamar la atención sobre los 2.000 millones de dólares que desaparecieron.