“Haremos lo que hemos venido a hacer”. Carles Puigdemont accedió a la presidencia de la Generalitat en enero del año pasado con la misión de transitar del “post autonomismo a la preindependencia”. Hoy tiene previsto dar el paso definitivo en su hoja de ruta en el Parlament en un escenario plagado de amenazas que planean el autogobierno de Catalunya, la cohesión social y el desmantelamiento formal del sistema financiero y empresarial. Sostiene el president en TV3 que “nadie se puede sorprender porque hagamos lo que dijimos que haríamos”, pero también es cierto que tanto en su partido como en el de sus socios en el Govern la sensación de vértigo se ha ido extendiendo en las últimas horas.
El Gobierno se prepara para tomar medidas drásticas tras la intervención de Puigdemont en el pleno
La comparecencia de Puigdemont para abordar la “situación política” es la pista de aterrizaje parlamentaria para una declaración de independencia que unos desean cargada de matices, plazos y procesos constituyentes, mientras otros abogan por dar el paso de manera nítida y “después ya hablaremos”.
Puigdemont lleva días “escuchando” a partidos, entidades, sindicatos, cardenales, empresarios… para trazar su mensaje de hoy partiendo siempre de que “no hay alternativa” al reconocimiento formal de los resultados del 1-O, lo que supone de una manera u otra una declaración de independencia. La primera concreción formal sobre el plan del president llegará en la reunión del Consell Executiu y luego en la reunión de Junts pel Sí a primera hora de la tarde, antes del pleno del Parlament, a las 18 horas.
Lo único que parece claro es que no habrá votación en la Cámara. El resto, “está en manos del president”, admiten casi unánimemente los diferentes actores que forman el bloque independentista. Y la batalla por el relato está siendo muy dura de puertas adentro.
Ayer, el Palau de la Generalitat se convirtió una vez más en un hervidero de reuniones del denominado estado mayor del proceso soberanista con diferentes composiciones en cada una de las citas. La cúpula del PDECat y de ERC iba y venía a sus sedes durante todo el día, al igual que los líderes de la ANC y Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. El president también reunió al Govern a la hora del almuerzo para evaluar el alcance de su declaración. La división del Ejecutivo es evidente, no sigue siglas de partidos y sobrevuela el fantasma de alguna dimisión en función de la decisión que tome Puigdemont.
Pero tampoco la jornada fue plácida para las diferentes formaciones políticas; eso sí, con diferencias de ejecución. ERC gestiona sus matices sometiéndoles a una férrea disciplina interna, aunque destacados dirigentes se han ido abonado al pragmatismo; mientras el PDECat es una olla en ebullición pública. En las últimas horas se ha eliminado la palabra “unilateral” del diccionario independentista y se abonan eufemismos hasta a la hora de convocar la concentración de la ANC en los alrededores del Parlament “para acompañar la proclamación de los resultados del referéndum”.