Un masajeador personal, un contador casero de espermatozoides, pornografía en realidad virtual y algo descrito como “el primer juguete sexual que funciona con un libro electrónico”: todos estos productos han sido exhibidos en CES, la mayor exhibición de aparatos electrónicos para el consumidor. Dos de ellos fueron premiados por los organizadores.
Por eso Lora Haddock se sorprendió cuando le retiraron el premio a la Innovación CES 2019, tres semanas después de otorgárselo. Su producto Osé, un juguete sexual de manos libres que ella diseñó con un equipo de ingenieros de la Universidad Estatal de Oregón, había sido anunciado como uno de los galardonados en noviembre. Pero en un correo electrónico que explica el cambio de parecer —el cual Haddock compartió con The New York Times— un representante del congreso citó una cláusula de los términos y condiciones de los premios donde se descalifican productos que se consideran “inmorales, obscenos, indecentes y profanos o que no cumplen con la imagen de la CTA”. (CTA es la Asociación de Tecnología de Consumo, que dirige la CES).
“Me sorprendió”, dijo Haddock, de 33 años, “y luego me molestó”. La premiación original había sido “un giro a favor de la inclusión”, dijo. “Pero después lo que dieron a entender es que: ‘No, de hecho, eres obscena, indecente e inmoral, y no eres innovadora en absoluto’”.
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La CES recibe en promedio a 180.000 asistentes de todo el mundo y suma más de 100.000 menciones en medios de comunicación especializados cada año, de acuerdo con su propio conteo. Para compañías emprendedoras como la de Haddock, participar en el congreso es fundamental para atraer inversiones. Incluso es mucho más importante para las empresas dedicadas al bienestar sexual pues, por su naturaleza, tienen dificultades para anunciarse en revistas, espacios públicos y plataformas como Facebook.