Estructuras de hormigón en forma de estrella llamadas tetrápodos se utilizan a menudo para proteger las costas de erosión lejos bajo el bombardeo constante de las olas. Ahora un proyecto del Instituto de Ciencia y Tecnología de Okinawa (OIST) ha esbozado planes para turbinas que se colocarian junto a los tetrápodos, ayudando no sólo a disipar la energía de las olas, sino aprovecharla.
La constante caída de las olas representa una cantidad esencialmente ilimitada de energía. Las técnicas actuales para aprovecharlo incluyen; Azura en Hawai, que utiliza un mecanismo giratorio de 360 grados; un sistema de boyas atado a un embarcadero en Gibraltar que sube y baja con las olas; un sistema propuesto de UC Berkeley que absorbería esa energía alfombrando el fondo marino; y un “respiradero artificial” en desarrollo en Australia que captura la energía del aire desplazado por las ondas.
El sistema OIST está diseñado no sólo para cosechar la energía de las olas, sino para disiparlo, trabajando con los tetrápodos para reducir el impacto en las costas japonesas. Las turbinas se colocan en la línea directa frente al oleaje, usando como base a los tetrápodos o alrededor de estructuras naturales como los arrecifes de coral, para aprovechar los rápidos flujos de chorro de agua creados donde las olas se rompen.
Estas turbinas del convertidor de la energía de la onda (WEC) serían ancladas al suelo de mar con los cables de la amarradura, y hojean para arriba apenas sobre el nivel del mar donde las olas pueden lanzarse sobre ellas. Cada turbina contaría con cinco palas con un diámetro de 70 cm (27,6 pulgadas) unidas a un generador eléctrico de imán permanente encerrado en cerámica para mantener el agua de mar dañada. La energía eléctrica creada sería canalizada a través de un cable en el vástago de soporte y de nuevo a la orilla para alimentar en la rejilla.
Aunque las cuchillas giratorias podrían no sonar seguras, el equipo dice que hay algunas precauciones incorporadas para proteger la vida marina y las turbinas mismas contra daños. La velocidad de la rotación de las palas ha sido cuidadosamente calculada para que los animales que se barren en ellos puedan escapar.
Para proteger las turbinas durante oleadas ásperas o eventos extremos como tifones, el equipo tomó una señal de las aletas del delfín y hizo las láminas flexibles así que liberan la tensión. La estructura de soporte también está diseñada para doblarse bajo presión, como los tallos de las flores. Según el equipo, las turbinas tienen una vida útil de 10 años, y el mantenimiento puede ser realizado por las mismas tripulaciones que inspeccionan los tetrápodos. Aunque los investigadores no han dado cifras sobre la cantidad de energía que cada turbina podría producir, han dado una estimación aproximada de la cantidad producida por una flota de ellos en una amplia área.