De no ser por un ratón de biblioteca de la universidad del Miño nada se sabría de Yupido. En realidad solo se sabe que es una empresa radicada en Lisboa y que tiene un capital social de 29.000 millones de euros, el 15% del PIB de Portugal; la empresa más capitalizada del país.
El ratón de biblioteca es un profesor universitario que prefiere no dar su nombre. Realizaba una investigación sobre la productividad de las empresas con la base de datos de Amadeus cuando una destacó sobre todas, Yupido, una sociedad con 243 millones y ningún empleado, eso sí que era extraordinario. El profesor siguió buscando en bancos de datos públicos y en redes sociales y lo que descubrió, aún fue más espectacular. Yupido acababa de ampliar capital de los originales 243 millones a 29.000 millones de euros. Pero el ratón de biblioteca aún no ha conseguido saber qué hace esta empresa, aunque parece que, de momento, no hace nada.
Yupido existe desde hace dos años. Tiene la sede en una torre de oficinas de la capital portuguesa donde nadie responde; también tiene una página web donde se expone toda la cháchara común a las empresas dedicadas a las tecnologías de la información: “La misión de Yupido es dar a nuestro clientes la infraestructura y apoyo que necesitan para operar con menos costes y mayor eficiencia”.
Hay dos socios principales, Cláudia Sofía Pereira (69% del capital) y Torcato Caridade da Silva (30%) más Filipe Besugo (1%) y un comité ejecutivo de diez personas presidido por un consejero delegado y un director de ventas aunque, de momento, no ha vendido nada.
También anuncia la contratación de personas “alegres y motivadas” para crear grandes servicios “que serán usados por miles de millones de personas de todo el mundo”.
Todo, salvo lo que hacen, está claro en los registros oficiales. Hay un balance anual público, donde dice que se perdieron 21.000 euros el pasado año, dos auditores y el informe de un reputado revisor externo de cuentas, clave para valorar esa ampliación de capital, pues no se movió dinero sino que fue en bienes en especies. Ese revisor rubricó que lo que le enseñaron valía 29.000 millones aunque, aclara en el escrito, “el valor real puede ser mayor”. El revisor no explica cómo llegó a la conclusión del valor económico de esos bienes en especies.
En declaraciones al Observador, el revisor de cuentas señala que los socios le enseñaron un televisor y que se quedó maravillado con lo que vio. Aunque reconoce que no sabe nada de tecnologías dice que le vino a la cabeza Steve Jobs, el genio fundador de Apple. Según el portavoz de la empresa, el próximo año el mundo ya empezará a disfrutar de sus milagrosos servicios, pero mientras, la Fiscalía del Estado, la Comisión del Mercado de Valores y el Colegio de Contables han abierto investigaciones.