El candidato Ciro Gomes –tercer situado en las encuestas de intención de voto– comenzó la campaña diciendo con sarcasmo que Jair Bolsonaro era un “proyectito de pequeño Hitler tropical” y la ha terminado llamándole “nazi hijo de puta”. Así va la escalada de tensión – apuñalamiento incluido– en las elecciones presidenciales brasileñas.
En la comparación con Hitler ya ha recogido el guante el Partido de los Trabajadores, lanzando un vídeo previniendo a la población. La minitregua que supuso el paso de Bolsonaro por el hospital ha finalizado hace tiempo. Todos los candidatos a la presidencia se quedaron consternados ante la agresión en su mitin de la localidad de Juiz de Fora (Minas Gerais) hace un mes. Le ofrecieron su apoyo, su respeto y siguieron de cerca su recuperación. Pero eso ya es historia. Bolsonaro tiene el alta médica y, según sus contrincantes, huye de los debates, y además contraprograma una entrevista a la misma hora en otro canal.
Su agresor, Adélio Bispo de Oliveira, fue detenido de inmediato y ya está convenientemente acusado de poner en riesgo el régimen democrático al intentar interferir en el resultado de las elecciones mediante el asesinato de uno de los participantes en la disputa presidencial. En Río de Janeiro, los murales del Profeta Gentileza áun rezan que “bondad genera bondad”. En el caso de la ultraderecha que representa Bolsonaro, en cambio, es imposible sacarse de la cabeza aquello de que el odio genera odio.
Hay que recordar que cuando la concejala Marielle Franco fue asesinada –hace más de medio año y el caso sigue sin resolverse–, Bolsonaro no tuvo la reacción solidaria que todos estos candidatos tuvieron con él. Guardó silencio durante más de una semana. No dio ni el pésame. Para que no se utilizaran sus palabras políticamente, decía, dado que su ideología era muy diferente. Una de las primeras cosas que remarcó el candidato ultraderechista cuando se decidió a hablar sobre el caso de la edil ejecutada fue para criticar el trabajo social que Marielle Franco desarrollaba: dijo que habría que revisar las cosas que se están haciendo mal, como “una política de derechos humanos equivocada”.
Por culpa de este odio que se vuelve incontrolable surgen capítulos inaceptables, como el vídeo y las fotografías publicadas por dos candidatos a diputados –uno estatal y otro federal– del partido de Bolsonaro, el PSL (Partido Social Liberal). Rodrigo Amorim y Daniel Silveira aparecían arrancando y partiendo en dos el adhesivo conmemorativo, en forma de nombre de calle, que recordaba la memoria de Marielle Franco.
En la política brasileña vale todo
En la política brasileña, como indica el nombre de ese germen de las artes marciales mixtas, vale tudo. Por eso no sucede nada tampoco cuando en la misma semana de las votaciones, y con un candidato que blanquea la dictadura militar que dominó Brasil entre 1964 y 1985, el presidente del Tribunal Supremo se destapa con unas declaraciones en las que dice preferir evitar el término “golpe militar” y llamarlo “movimiento de 1964”.
Bolsonaro está donde está, entre otras cosas, por emocionar a la legión de nostálgicos de la dictadura cuando en las votaciones del impeachment de la presidenta dedicó su voto a favor del proceso a los militares torturadores. “Perdieron en el 64 y perdieron ahora en el 2016”, dijo refiriéndose a los grupos de izquierda. “Por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, el pavor de Dilma Rousseff”, en referencia al militar que articulaba las torturas que sufrió la propia Rousseff.
También porque en Brasil vale todo el juez Sergio Moro, conductor de la Operación Lava-Jato, ha liberado el contenido de nuevas delaciones premiadas que mencionan al expresidente Lula da Silva y a la expresidenta Dilma Rousseff, para llenar portadas a pocas horas de que se formen las colas ante las urnas. No es la primera vez que lo hace. Procedió de manera similar antes de las votaciones del impeachment.
Los avisos de lo que se le puede venir encima al país llegan desde varios ámbitos. Los colectivos de mujeres promovieron la campaña #EleNão, que seguirá activa en las próximas semanas, y también llegan voces de alarma desde algunos empresarios. Ricardo Semler, presidente de la empresa Semco, socio fundador de las escuelas Lumiar y exvicepresidente de la FIESP –Federación de Industrias del Estado de São Paulo, la mayor patronal del país–, publicó hace unos días una carta en el diario Folha de São Paulo titulada “Aló, compañeros de élite”.
En el texto, Semler, afiliado al PSDB durante treinta años, escribe para los empresarios que están apoyando o pensando en apoyar a Bolsonaro, y lo hace en la lengua de los mercados: “¿Quién tendrá la valentía, en un almuerzo en la City de Londres, de defender la elección de un capitán simplón, un general como vicepresidente, un economista flojo y sediento de poder, y nuevos directores de colegios militares, con persecución de gais, sumisión de las mujeres y distribución de fusiles a lo Duterte?”.
El último debate televisado antes de la primera vuelta, el que se reservaba el canal Globo, resultó tan encorsetado como todos los anteriores y poco se pudo sacar en claro más allá de que de la futura relación entre Fernando Haddad y Ciro Gomes dependerá el futuro del centroizquierda y de la segunda vuelta. El ultraderechista Bolsonaro, mientras tanto, en la entrevista paralela que emitió Record TV –canal evangélico, justo cuando la bancada evangélica del Congreso le ha declarado apoyo incondicional–, aseguraba que hay que “dar una patada en el culo al socialismo, al comunismo, no podemos permitir eso en nuestra patria”.
Coordenadas para seguir la elección presidencial
En Brasil no hay jornada de reflexión. El sábado podrá seguir funcionando la maquinaria electoral hasta las diez de la noche. Lo que no se puede hacer en algunos rincones del país el día de las votaciones es beber o comprar alcohol. Para evitar altercados provocados por votantes en estado de embriaguez, algunos estados y municipios declaran la ley seca –se prohibe la venta de bebidas alcohólicas y su consumo en lugares públicos–. Cada Tribunal Regional Electoral o cada Secretaría de Seguridad Pública decide esta norma. Estados como São Paulo o Río de Janeiro no la aplicarán en esta primera vuelta. Otros como Minas Gerais, Amazonas o Río Grande del Norte sí lo harán.
La última encuesta de intención de voto del Instituto Brasileiro de Opinião Pública e Estatística (Ibope) situaba a los candidatos a presidente del siguiente modo: Jair Bolsonaro, 32%; Fernando Haddad, 23%; Ciro Gomes, 10%; Geraldo Alckmin, 7% y Marina Silva, 4%. La última encuesta de la empresa Datafolha, otro de los tradicionales referentes en la política brasileña, elevaba las opciones de Bolsonaro a un 35%, con 22% para Haddad y 11% para Ciro Gomes. Los dos candidatos que generan mayor rechazo son los dos primeros colocados: Bolsonaro y Haddad.
Las votaciones se desarrollarán desde las 8h hasta las 17h de este domingo 7 de octubre. Se trata de sufragio universal con voto directo, secreto y obligatorio entre los 18 y los 70 años. Es opcional entre los 16 y los 18, a partir de los 70 y para la población indígena no integrada. El escrutinio definitivo es rápido, al tratarse de urnas electrónicas, teniendo en cuenta las dimensiones de un país como Brasil y valorando que algunas regiones son de difícil acceso. Antes de las 22h –las tres de la madrugada en España– se conocerán los resultados.
En paralelo a la presidencia del Gobierno, el electorado brasileño también votará a sus representantes en las Cámaras de Diputados federales y estatales y en el Senado –son listas abiertas y aquí no hay segunda vuelta–, y a los gobernadores de cada estado –son 26 más el Distrito Federal, Brasilia–. Por esta criba ciudadana también pasarán algunos nombres importantes como el del exfutbolista Romário, candidato a gobernador de Río de Janeiro, o el de la mismísima Dilma Rousseff, candidata al Senado por el estado de Minas Gerais.
A las 17h del lunes ya se podrá comenzar con la propaganda para la segunda vuelta –que tendrá lugar el domingo 28 de octubre, a no ser que algún candidato supere el 50% en esta primera ronda y sea proclamado presidente– entre los dos candidatos mejor colocados en las votaciones. Ahí ya se verá más de cerca el salto al vacío que está a punto de dar Brasil.