La venta por parte de Rusia de sistemas de misiles antiaéreos S-400 a India pone a prueba la política norteamericana de sanciones contra los clientes de la industria de armamento de Moscú. La firma del contrato valorado en más de 5.000 millones de dólares para el suministro de cuatro agrupaciones de S-400, prevista para este viernes, es el punto culminante de la visita de trabajo que el presidente Vladímir Putin realiza desde este jueves a Delhi, donde se reunirá con el primer ministro indio Narendra Modi, según dijo en Moscú el asesor de política exterior del presidente ruso, Yuri Ushakov.
En el terreno de la industria militar, incluida la producción conjunta de equipo, Rusia e India colaboran tradicionalmente desde hace muchos años y es en ese contexto en el que Ushakov sitúa la venta de los S-400, “unos sistemas antiaéreos modernos que por sus características superan a sistemas análogos de otros países”, según el alto funcionario fue citado por la agencia oficial Tass.
Sobre la operación comercial, sin embargo, se cierne ahora la advertencia de Washington a los países que adquieran equipo militar a Rusia, a tenor de la ley firmada por el presidente Donald Trump en agosto pasado. Esta legislación (ley contra los adversarios de América mediante Sanciones o CAATSA) tiene por objetivo castigar a Moscú por la anexión de Crimea en 2014, así como por la participación en la guerra civil en Siria y por sus intromisiones en los comicios presidenciales norteamericanos de 2016.
De prosperar el contrato, India se convertirá en el tercer comprador de los equipos S-400, después de China, que adquirió cuatro agrupaciones por valor de 1.900 millones de dólares, y de Turquía, que se hizo con la misma cantidad por 2.500 millones de dólares pese a la oposición de su aliado estadounidense en la OTAN.
En septiembre pasado, EE UU impuso sanciones a los funcionarios chinos responsables de la compra a Rusia de aviones de combate así como de sistemas S-400. Los dirigentes indios, que ya han dado el visto bueno a la compra a Rusia, esperan que los norteamericanos no apliquen las sanciones, que según la ley son automáticas. Mientras, los políticos y analistas rusos subrayan la independencia y soberanía india y minimizan la posibilidad de que EE UU se atreva a proceder contra un país al que Trump ha pasado a contabilizar entre sus aliados más cercanos.
Durante la visita de Putin a Delhi se firmarán más de 20 acuerdos en distintos campos, según Ushakov. El asesor de Putin, sin embargo, se negó a revelar si se planea cerrar otros contratos de colaboración técnica y militar, entre ellos uno para la construcción de cuatro fragatas, según la agencia Tass. Este contrato tiene un valor de 2.200 millones de dólares, señalaba el diario Kommersant. Rusia e India planean además colaborar en el campo de la industria nuclear mediante la construcción de nuevos reactores nucleares en India e instalaciones en terceros países.
Desde 2010, Rusia e India califican oficialmente su relación como de “asociación estratégica especial y privilegiada”. No obstante, los vínculos comerciales entre ellos están muy por debajo de los que ambos mantienen con China. Este país es el primer socio comercial de India, pese a las tensiones políticas entre ambos.
El comercio entre India y China ha pasado de un volumen de 70.000 millones de dólares en 2016 a la previsión 90.000 millones de dólares para este año, según afirmaba Alexéi Kupriánov, del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales (IMEMO) esta semana en un coloquio en la agencia Ria-Nóvosti. El volumen comercial entre India y China, por su parte, está en torno a los 7.500 millones de dólares anuales.
EE UU “hará una excepción con India y la excluirá del ámbito de la ley que contempla sanciones contra los Estados que compran productos bélicos a Rusia. China ya fue afectada por esas sanciones, India no lo será”, afirmaba el comentarista Maksim Yusin del diario Kommersant. “La política de ordeno y mando y de retorcer el brazo no funciona con el primer ministro Narendra Modi y en el equipo de Donald Trump parece que lo han comprendido”, opinaba Yusin.
Durante la visita de Putin a Delhi se firmarán más de 20 acuerdos en distintos campos
“Cuando algunos Estados, temerosos del descontento de EE UU, reducen los vínculos con Moscú, Delhi demuestra un enfoque opuesto y la tarea de Vladímir Putin en el transcurso de la visita, es reforzar esta tendencia, no permitir que India se marche a la esfera de influencia norteamericana”, concluía el comentarista, según el cual Moscú debe “disipar la preocupación de los indios por el acercamiento de Rusia a sus adversarios geopolíticos, China y especialmente Pakistán”. A Delhi, afirmaba, no le gusta la política de Moscú en relación a Afganistán y sus contactos con los talibanes, que a los ojos de la India son clientes de Islamabad”.
En el debate organizado por Ria-Nóvosti, expertos rusos e indios coincidieron en la necesidad de restringir el uso del dólar en las transacciones bilaterales, que en un 80% se realizan actualmente en la moneda norteamericana. Los expertos constataron el estancamiento (sobre todo en un tramo por Irán) de la construcción de un corredor directo Norte-Sur que debe unir Rusia con India vía Afganistán y Pakistán.
Putin y Modi ya se reunieron en mayo en Sochi y posteriormente en julio en la cumbre de los BRICS (asociación de países en desarrollo en el que, además de Rusia, participan también India y China) en Johannesburgo. En la delegación rusa que acompaña a Putin a Delhi figuran los ministros claves del bloque de economía y numerosos directivos de empresas estatales.