Lamberto Frescobaldi, el encargado de una dinastía vinicultora de setecientos años de antigüedad, supervisa un proyecto de construcción en uno de sus viñedos de Toscana por medio de tecnología que sus ancestros habrían considerado de otro planeta: drones.
Son juguetes ubicuos para los amantes de los dispositivos —a veces sirven para propósitos como el espionaje o para dejar caer explosivos— y se han vuelto herramientas indispensables en las industrias constructora e inmobiliaria. Al tener un costo relativamente bajo y manejarse con relativa facilidad, los drones han vuelto más eficaz el trabajo para los arquitectos, paisajistas, topógrafos, albañiles, ingenieros estructurales y agentes inmobiliarios.
Basta lanzar un dron sobre el viñedo, en la región de Chianti, al sur de Florencia, para que Frescobaldi pueda examinar el progreso de un jardín de 2300 metros cuadrados que se está construyendo encima de sus bodegas de vinos. El jardín del techo tiene como objetivo ser un sitio para realizar catas de vino, una estrategia de mercadotecnia para el negocio, llamado Marchesi de Frescobaldi. La empresa tiene media decena de viñedos que producen once millones de botellas de vino al año y reportó ingresos por 120 millones de dólares en 2017.
Richard Shelbourne, un arquitecto británico de paisajes que diseñó el jardín, mencionó que las imágenes que se tomaron desde el dron sirvieron para pulir el proyecto. “El diseño del jardín, el cual comenzó en mi cabeza y después se calculó y se puso en papel, se podía ver a escala completa desde el aire, y todas las líneas y curvas estaban en el lugar adecuado”, comentó.
El dron permitió a los hombres observar el trabajo de las excavadoras y las carretillas motorizadas, así como la construcción de las pérgolas, las fuentes y los pasillos de terracota. Después de ver las imágenes del dron durante la construcción, decidieron modificar una entrada del jardín.
“Le pedí a mi hijo que volara el dispositivo varias veces, para poder imaginar cómo la pondríamos, y darle más atención desde una perspectiva que no se suele tener”, señaló Frescobaldi. “Estos aparatos modernos, estos videos… son el progreso”.
Pequeños, veloces y ligeros, los drones han remplazado casi por completo al helicóptero —más costoso y menos ágil— para realizar tareas que involucran inspecciones, mediciones e imágenes para mercadotecnia.
El interés por los drones va en aumento tanto entre consumidores como para su uso comercial. En 2017, las ventas de drones se incrementaron un 33 por ciento en comparación con el año anterior, de acuerdo con la firma de investigación de mercado NPD Group.
En los sitios de construcción, los drones están ahorrando tiempo y dinero al ofrecer imágenes digitales, mapas y otros archivos que se pueden compartir en cuestión de minutos, dijo Mike Winn, el director ejecutivo de DroneDeploy, una empresa fundada hace cinco años en San Francisco que crea software para operar drones con aplicaciones móviles, entre otros usos.
“La oficina central puede ver qué sucede y el equipo de seguridad, el equipo de costos, los diseñadores, todos ellos pueden contribuir al proyecto, compartir información y hacer comentarios sobre este, sin tener que estar en realidad ahí”, dijo Winn.
Además, podrían mejorar la seguridad. Winn comentó que, en los días previos al uso de los drones, si se quería medir el techo de una casa para poner paneles solares, se requería que “un tipo con una cinta métrica se subiera ahí”, lo cual a menudo producía resultados imprecisos y, como cualquier situación que involucra alturas, era peligroso.
Este riesgo se magnifica en la construcción de rascacielos, afirmó John Murphy Jr., un contratista de Paramount Miami Worldcenter, una torre de condominios de 58 pisos que se construye en el centro de Miami. Según Murphy, antes de los drones, a los trabajadores que debían tener acceso al exterior de un rascacielos “los tiraban por el costado” en andamios, pequeñas plataformas que cuelgan de unos cables. Las personas encargadas de limpiar las ventanas suelen utilizar andamios, pero son precarios en vientos muy fuertes.
“Nadie quiere estar ahí afuera”, señaló Murphy Jr. “Es aterrador”.
En 2016, las caídas representaron 384 de las 991 muertes en la industria de la construcción en Estados Unidos, de acuerdo con las últimas cifras de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional. Esta cantidad se podría reducir con el tiempo si se aumenta el uso de drones para realizar inspecciones de control de calidad y misiones similares.
“En definitiva, estamos limitando el riesgo para los trabajadores”, comentó Murphy, quien durante una tarde reciente estuvo en el sitio de Paramount para supervisar una inspección del vidriado en las ventanas de la torre. La cámara del dron buscaba posibles filtraciones, intrusión de agua y “otras cosas que no se pueden ver desde el interior del edificio”.
Previamente, el dron sirvió para revisar la calidad de las conexiones de acero en un puente situado a 22 metros del suelo que une la torre principal con una estructura del estacionamiento.
La utilidad de los drones suele comenzar mucho antes de los cimientos; incluso ayudan a los proyectistas a decidir dónde colocar nuevos edificios. En el Hotel Foundry, de 87 habitaciones y ubicado en el centro de Asheville, Carolina del Norte, el desarrollador envió un dron a la altura y la ubicación precisas de un balcón planeado para el cuarto piso con el fin de ayudarle a decidir cómo sacar la mejor ventaja de la vista.
“Un dron en verdad nos ayuda a conceptualizar qué va a ser un desarrollo, porque a veces es difícil hacerlo solo a partir de un conjunto de planos”, dijo Alexandros D. Papapieris, el gerente de desarrollo de McCall Capital, una firma que está convirtiendo un edificio de oficinas del año 1925 ubicado en Virginia en el Hotel Bristol, de 65 habitaciones. Está programado que abra sus puertas este otoño. “A todo mundo le fascina una buena toma aérea. Los drones nos permitieron mostrarles una imagen a los inversionistas de por qué esta era una buena idea”.