Después de casi 200 días de caótica presidencia, Donald Trump se encontró el miércoles más aislado que nunca tras sus increíbles comentarios en defensa de los supremacistas blancos.

 El mandatario cambió completamente las normas del discurso político estadounidense el martes, al declarar que hubo “gente muy buena” entre los miembros de la extrema derecha y los antifascitas que se enfrentaron el fin de semana en la ciudad de Charlottesville (Virginia, este).

Sus palabras, pronunciadas en un tono acusador desde su torre en Nueva York, fueron elogiadas por un exlíder del Ku Klux Klan (KKK). Pero muchos legisladores se quedaron mudos.

Trump dio la muy clara impresión de que expresó lo mismo que dijo al día siguiente de los incidentes en los que murió una mujer, cuando leyó en la Casa Blanca una declaración condenando la “violencia racista”, sin criticar directamente a los supremacistas blancos, los neonazis y los miembros del KKK. Casi inmediatamente, altos ejecutivos comenzaron a abandonar los foros empresariales que asesoran a la Casa Blanca.

LAS POLÉMICAS PALABRAS

Trump trató de salvar las apariencias el miércoles mediante la disolución de dos de estos organismos, pero los líderes de la industria estadounidense ya se habían desmarcado de su posición.

Jamie Dimon, director ejecutivo de JPMorgan Chase, dijo que los miembros del ahora disuelto Foro de Estrategia y Política habían “acordado desvincularse”.

Estoy totalmente en desacuerdo con la reacción del presidente Trump sobre los acontecimientos que tuvieron lugar en Charlottesville en los últimos días

El coro de críticas de la izquierda política fue tan fuerte como era predecible, pero pocos en el campo republicano estuvieron dispuestos a defender públicamente al mandatario.

Los expresidentes republicanos George Bush y su hijo George W. Bush divulgaron un comunicado conjunto —algo muy poco habitual en ellos—, en el que llamaron a “rechazar el racismo, el antisemitismo y el odio bajo todas sus formas”.

Durante una improvisada e incoherente conferencia de prensa en el lobby de la Torre Trump en Manhattan, el mandatario equiparó a los supremacistas blancos y a los manifestantes que los denuncian.

Criticó a “la izquierda que atacó a la ‘Alt right‘ (término para designar a la derecha alternativa)”, y destacó con una fórmula que quedó en la mente de todos que había “gente muy buena” en ambos lados.

El sábado, poco después de los episodios de violencia, ya provocó una ola de indignación al negarse a condenar explícitamente a los grupúsculos de los que salió el militante neofascista que embistió con su automóvil a contra manifestantes.