No podemos ignorarlo por más tiempo: Tenemos que hablar sobre el consumo de alcohol durante la pandemia.

Un nuevo estudio del Instituto Nacional sobre el Abuso del Alcohol y el Alcoholismo (NIAAA, por su sigla en inglés) reveló que el número de muertes relacionadas con alcohol en 2020 fue tan alto que superó la cifra de muertes por COVID-19 entre las personas de 16 a 64 años. Anteriormente, el aumento anual promedio era poco más del 2%; entre 2019 y 2020 se disparó a más del 25%. El mayor incremento en la mortalidad ocurrió entre las personas de 35 a 44 años, aunque las tasas de fallecimientos asociadas con el alcohol aumentaron en todos los grupos de edad.Recibe noticias y columnas de opinión en español en nuestro boletín

Aaron White, el autor principal del estudio y asesor principal del director del NIAAA, me dijo que espera que las cifras de 2021 sean incluso más altas. “Ya estábamos desgastados como país en términos de bienestar mental”, sentenció. “La pandemia lo empeoró todo”.

White le atribuye el aumento del consumo de alcohol al “doble golpe” del estrés adicional y las limitadas opciones de afrontamiento, como pasar tiempo con otras personas en entornos sociales. “Mi preocupación es que los hábitos poco saludables que las personas adquirieron durante la pandemia permanezcan durante mucho tiempo después del fin de la pandemia”, explicó.

White señala una tendencia particularmente preocupante: el aumento del consumo de alcohol en las mujeres. De hecho, una encuesta publicada en Journal of the American Medical Association reveló que el consumo excesivo entre las mujeres se había incrementado un 41% durante los primeros meses del COVID-19.

Laura Bierut, profesora de psiquiatría de la Universidad Washington en San Luis, le atribuye el impacto desproporcionado a la pérdida de estructura así como al nivel mayor de carga que soportan las mujeres. “Se ha difuminado la línea entre el hogar y el trabajo”, afirmó. “Es mucho más fácil sentarse a beber en casa que en la oficina. Además, el COVID-19 ha sido en particular duro para las mujeres: han salido de la fuerza laboral en mayores cantidades que los hombres, y las responsabilidades familiares recaen predominantemente en las mujeres”.

El umbral de lo que constituye un consumo de riesgo también es mucho más bajo para las mujeres que para los hombres. La definición del NIAAA es de siete tragos a la semana para las mujeres y 14 tragos a la semana para los hombres, con no más de tres tragos en un solo día para las mujeres y cuatro para los hombres. Leena Mittal, directora de la división de salud mental de la mujer en el Brigham & Women’s Hospital en Boston, me explicó que si una mujer generalmente se relaja con uno o dos tragos, agregar solo uno más ya la colocaría en esa categoría de mayor riesgo. “La gente no siempre tiene claro qué es lo que define el consumo de riesgo. Lo que pueden parecer cambios pequeños podrían aumentar su riesgo de forma notable”.

¿Cómo pueden las personas reconocer si su consumo de alcohol es excesivo? Los expertos con los que hablé mencionaron varias herramientas, como la definición de consumo de riesgo de alcohol del NIAAA y los criterios de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría para el trastorno por consumo de alcohol.

White aconseja que las personas analicen su relación con el alcohol por medio de varias preguntas: “Cuando bebes, ¿cuánto bebes y por qué razón? ¿Te preocupa quedarte sin alcohol? Cuando viajas, ¿te preocupa no poder conseguir alcohol? ¿Tienes problemas para dormir si no tomas? Si rara vez pasas un día sin alcohol y recurres a la bebida cada vez que estás ansioso o deprimido, es una señal de que necesitas reconsiderar tu consumo de alcohol”.

Mittal añade que también tiene que ver con la funcionalidad: “Si hay un costo en la manera en que te estás desempeñando en el hogar, en el trabajo, en las relaciones maritales o entre padres e hijos, eso es una señal de alarma, ya que hay mayor posibilidad de que eso incremente la cantidad que estés bebiendo y escale hasta el punto de la intoxicación”.

Hay muchas maneras de buscar ayuda. Hablar con tu médico de cabecera siempre es un buen primer paso; esa persona puede ayudarte a evaluar tu riesgo y referirte a atención especializada. El NIAAA tiene un navegador en línea que ayuda a conectar a las personas con posibles tratamientos.

Aquellos que no cumplan con los criterios formales para el trastorno por consumo de alcohol pero quieran reducir su ingesta pueden “explorar la recuperación y la sobriedad sin comprometerse con un diagnóstico formal”, afirmó Mittal. Eso incluye unirse a grupos como Alcohólicos Anónimos o SMART Recovery, y buscar apoyo y orientación individual entre pares.

White recomienda que las personas prueben alejamientos periódicos del alcohol, como la de “enero seco”. “No significa dejar de beber para siempre”, afirmó. Incluso reconocer la posibilidad de estar teniendo un consumo de riesgo es un buen comienzo. “Si no estás listo para cambiar tus hábitos en este momento, ten en cuenta que lo que estás haciendo podría no ser sostenible, y en algún momento en el futuro tendrás que hacer ajustes”.

La buena noticia es que no es demasiado tarde para hacer un cambio. Reducir el consumo de alcohol hoy puede conducir a mejoras rápidas en la salud. A medida que los estadounidenses regresan a más aspectos de la normalidad previa a la pandemia, este es el momento de reiniciar y buscar remplazar los hábitos dañinos con otros que sean más saludables para nuestro bienestar físico y mental.