No hay segunda ola de la Covid-19, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), sino una sola, que es la que el mundo está viviendo, con 16,5 millones de casos, el doble que seis semanas atrás. Ese incremento es el que suscitó ayer la pregunta a la portavoz de la OMS, Margaret Harris, en la ya ritual videoconferencia desde Ginebra. “Estamos en la primera ola y va a ser grande”, dijo, aunque “subirá y bajará un poco”. “Por el momento, primera, segunda, tercera ola…, esas cosas no tienen sentido realmente. Lo mejor es aplanarla y convertirla en una ola que solo nos moje los pies”, añadió Harris.

El repunte es evidente en la evaluación de la Universidad John Hopkins. Se tardaron 38 días en llegar de los cinco millones de casos a los diez millones, pero solo 24 días en pasar de diez a quince millones. Las cifras actuales son: 16,5 millones diagnosticados, 9,6 millones recuperados y 654.000 muertos.

La portavoz de la OMS alertó contra el peligro de considerar menos agresiva la transmisión durante el verano, porque este virus no se comporta como la gripe, que suele seguir tendencias estacionales. Hay que desterrar la idea de que las estaciones influyen, ya que, señaló Harris, algunas de las regiones más golpeadas se hallan ahora mismo tanto en verano –en el hemisferio norte–, como invierno en el sur. La transmisión, insistió Harris, se debe a “gente que se junta, que no respeta la distancia social, que no toma precauciones”.

En este sentido, Lothar Wieler, director del Instituto Robert Koch, comentaba ayer a propósito del aumento de los contagios en Alemania –557 diarios, cuando eran 350 a primeros de junio– que “el aumento tiene que ver con el hecho de que nos hemos vuelto negligentes”. Así, por ejemplo, un país como Luxemburgo ha registrado un índice altísimo: 219 casos por cada 100.000 habitantes en dos semanas. Se cree que es debido al gran tránsito fronterizo (con Francia, Alemania Bélgica) al menos en un 18% de los casos. Se han realizado test a 400.000 personas, de una población de 626.000 entre residentes y no residentes, lo que ha permitido conocer con exactitud lo sucedido, pero la conclusión sigue siendo la misma.

Bélgica, casos disparados

Medidas aún más duras tras un aumento de los contagios del 71% en una semana

Grecia, que tuvo éxito en el control de la pandemia en los primeros meses (con solo 202 víctimas mortales), ha sufrido un repunte en la segunda mitad de julio y las autoridades sanitarias imponen a partir de hoy la mascarilla en la mayoría de los espacios públicos de interior. Los focos se localizan en Atenas y Tesalónica.

Mucho más drásticas son las medidas que ha tenido que tomar Bélgica debido al aumento rampante de las infecciones, informa Jaume Masdeu desde Bruselas. El número de contagios se ha incrementado un 71% en los últimos siete días, con casi la mitad en la provincia de Amberes. En esta ciudad, la más afectada con diferencia por la pandemia, se ha decretado un toque de queda que mantiene a la población en casa entre las 23.30 h y las seis de la mañana, se requiere el teletrabajo y la mascarilla es obligatoria en espacios públicos. “Quédense en casa”, ha pedido la gobernadora de la provincia, Cathy Berx .

Los contagios también han aumentado de forma alarmante en el resto del país, lo que ha obligado a frenar el proceso de desconfinamiento y adoptar medidas más duras. La principal es reducir a partir de hoy la denominada “burbuja social” de 15 a solo cinco personas por hogar. Así, los miembros de cada hogar solo pueden mantener contacto con cinco personas externas en las próximas cuatro semanas. Se trata de contactos en los que ni se utilizan mascarillas ni se respeta la distancia.

Otra medida obliga a ir de compras en solitario y por un máximo de 30 minutos para evitar aglomeraciones. Además, para los acontecimientos privados se permite el acceso de máximo 10 personas, y para los públicos, 100 si se celebran en el interior y 200 si son exteriores. Paciencia y ánimo ha pedido la primera ministra, Sophie Wilmès, argumentando que todo está destinado a “evitar un reconfinamiento generalizado y poner en peligro la vuelta en septiembre”. Bélgica es un país de 11,5 millones de habitantes que ha tenido 66.000 casos de coronavirus, resultando en 9.822 muertes, según los últimos datos.

En lo que aún llamábamos primera ola, Irán fue el primer país de Oriente Medio donde estalló el virus. Hoy se encuentra prácticamente en alerta roja, informa Catalina Gómez Ángel desde Teherán. De las 31 provincias, 25 se encuentran en estado de alarma, una situación que nunca se había dado. Una de las razones es la rápida apertura del país a mediados de abril, cuando el Gobierno decidió que la situación económica, agudizada por las sanciones impuestas por EE.UU., no daba margen para pedirle a la población que se quedara en la casa. Así lo reconoció el ministro de Salud, Saeed Namaki, días atrás al admitir que Irán no había desconocido el alcance de la pandemia pero la situación del país no permitía actuar de otra manera. “Ahora no podemos volver a lo mismo del pasado y pedirle a una gente exhausta que se quede en casa”, dijo. Las consecuencias no solo se reflejan en el número de muertos (ayer se rompió un nuevo récord de fallecidos, con 325) sino también en el sistema de salud, tan exhausto como la población.

Irán, una apertura fracasada

De las 31 provincias iraníes, 25 se hallan en estado de alarma, algo no visto hasta ahora

Solo el pasado lunes fueron hospitalizados 640 pacientes en Teherán y 4.000 en todo el país. Hay 3.902 pacientes en cuidados intensivos, lo que ha llevado al Gobierno a anunciar la apertura de hospitales transitorios, especialmente en Teherán, donde la situación está al límite. Así lo ha reconocido el director del equipo de respuesta a la Covid-19 en Teherán, Alireza Zali, que ha pedido al ministerio la contratación de más personal de salud. Se calcula que al menos 4.000 trabajadores de la salud se han contagiado durante estos seis meses.