La playera y los jeans que recientemente compraste porque quedan bien con tu outfit, pasaron por una serie de procesos antes de llegar a tu armario. Al ser de algodón, la camiseta requirió de dos mil 700 litros de agua para su elaboración mientras que en los pantalones se emplearon 11 mil 800 litros. Por si fuera poco, su teñido necesitó de productos químicos que irremediablemente dañaron el ambiente, todo para que después de un breve tiempo tus prendas “pasen de moda” y terminen olvidadas en el fondo de tu clóset, o lo que es peor, en un tiradero.

La industria de la moda es la segunda más contaminante después de la petrolera. Cada segundo, el equivalente a un camión de basura de textiles se tira o se quema. Los tejidos sintéticos de la ropa liberan al año medio millón de toneladas de microfibras al océano, lo que es igual a más de 50 mil millones de botellas de plástico, indica el informe A new textiles economy: redesigning fashion’s future de la Fundación Ellen MacArthur.

Datos del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) revelan también que esta industria es de las mayores usuarias del agua en todo el mundo, responsable de 20 por ciento de las aguas residuales del planeta y de 10 por ciento de las emisiones de carbono a nivel mundial.

La misma industria de la moda es la que dicta qué cosa está de moda y qué no, pero nosotros debemos ser más inteligentes y utilizar más las prendas que tenemos en nuestro clóset

Y pese al daño ambiental, seguimos comprando y tirando ropa. Hoy tenemos cinco veces más ropa que la que tenían nuestros abuelos y cada prenda la usamos un promedio de siete ocasiones antes de lanzarla al cesto de basura.

El responsable de este círculo vicioso tiene nombre: fast fashion, o lo que es lo mismo, la industria de la moda rápida o la ropa desechable. El fenómeno es simple: las empresas reducen abruptamente sus costos de producción –especialmente de su mano de obra– para generar prendas baratas que el consumidor adquiere y deshecha al poco tiempo porque se desgastan cada vez más rápido.

“El problema con el fast fashion es que la ropa tiene caducidad, una obsolescencia programada de las marcas para que a la cuarta vez que te la pongas se empiece a desgastar y tengas que ir una vez más a la tienda para que les vuelvas a comprar”, indica en entrevista Charlotte Brum, influencer especializada en la difusión del concepto Zero Waste (basura cero).

En diciembre de 2019, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) alertó por la calidad de estas prendas, que duran “unos cuantos meses”.

También sucede que las empresas cambian tan velozmente las tendencias que hacen sentir al consumidor continuamente pasado de moda. Este termina deshaciéndose de prendas que hace no mucho tiempo compró para casi de inmediato ir al centro comercial a reemplazarlas por otras. El círculo de comprar, usar poco y tirar se repite así una y otra vez.

El problema con el fast fashion es que la ropa tiene fecha caducidad, a la cuarta vez que te la pones se empieza a desgastar / Foto: Cuartoscuro

SEGUNDA VIDA A LA ROPA

Hace cuatro años que Charlotte Brum decidió cambiar su estilo de vida. Un video de 2015 que se hizo viral de una tortuga marina que sangraba y parecía llorar mientras extraían un popote de su nariz, causó un fuerte impacto en la joven. Desde entonces comenzó a modificar sus hábitos y adoptó un modelo de consumo responsable.

Primero dejó los popotes, luego los vasos de café y después siguió con otros productos de su vida diaria. En su búsqueda por un consumo más amigable con la naturaleza descubrió el blog “Trash is for Tossers” de la activista ambiental y empresaria estadounidense Lauren Singer. Brum se interesó en el estilo de vida que Singer promovía llamado Zero Waste (basura cero). “Descubrí ese estilo de vida y dije: quiero ver si aquí en México puedo lograrlo”, explica Brum.

Pronto se animó a compartir su nueva vida con amigos y familiares en sus redes sociales; sus consejos ganaron popularidad entre muchas personas que querían dejar de contaminar pero no sabían exactamente cómo hacerlo. Fue entonces que se decidió, en noviembre de 2017, a abrir un espacio en Instagram dedicado a informar sobre productos, servicios y consejos prácticos para que la gente reduzca su producción de basura.

Su perfil de Instagram, llamado No Seas Waste, hoy cuenta con casi 93 mil seguidores. “Parte de mi misión es mostrarle a las personas que en el contexto mexicano de una chava de 25 años sí se puede tener un estilo de vida con un impacto menor en el medio ambiente”.

2,700 litros de agua se requieren para elaborar una camiseta de algodón

Sus consejos prácticos y ecológicos abarcan todos los aspectos de la cotidianidad, incluida la ropa. En este tema concreto, el primer paso que recomienda Brum es dejar el consumo masivo dictado por la industria de la moda rápida.

“Lo que podemos hacer es, en primer lugar, dejar de consumir tanto porque ya tenemos muchas prendas en nuestros clósets. El problema es cuando hay cambio de temporada, cuando algo pasa de moda… la misma industria de la moda es la que dicta qué cosa está de moda y qué no, pero nosotros debemos ser más inteligentes y utilizar más las prendas que tenemos”, detalla la influencer.

Una forma sencilla de llevar a cabo esto es hacer lo que hacíamos antes del boom de la ropa barata: comprar prendas de materiales de calidad y larga duración, y cuidarlas bien.

Un segundo consejo es hacer intercambios de ropa con familia y amigos, para que esas prendas que todavía sirven pero que ya no nos quedan o ya no nos gustan, tengan una segunda vida. “No existe una prenda más sustentable que la que ya existe, hay que tratar de utilizar todas las prendas que ya tenemos a nuestro alrededor”, dice Charlotte.

La tercera recomendación es llevar nuestra ropa en buen estado a tiendas de segunda mano y empezar también a comprar en esos mismos comercios. Brum cuenta en su perfil de Instagram con una historia destacada sobre diferentes opciones de tiendas dedicadas a la venta de ropa de segunda mano, entre ellas, Basico2Hand, Manosanta, Ciclo Curadurı\u0081́\u008da Textil, Proyecto CIVB, Back to Life Clothing, ERRE Vintage Clothing, Adiós Closet, Verdepermuta y Buffalo Exchange, entre otras marcas.

Finalmente la influencer aconseja echar a volar la imaginación para personalizar las prendas agregándoles parches, cambiando su color o haciéndoles cualquier modificación que cambie su apariencia. La ropa también podría convertirse en nuevos objetos decorativos o de uso para mascotas, en Internet existen muchos tutoriales para hacerlo.

“Reparar la ropa es una mejor alternativa que comprarla: si una prenda ya no te gusta, utiliza la creatividad para convertirla en otra cosa”.

LA INDUSTRIA REACCIONA

Algunas empresas de la industria de la moda empiezan a mostrar cierta conciencia ecológica que se refleja en algunas acciones que promueven el reciclaje de textiles. Es el caso de las compañías H&M y C&A, que cuentan con campañas activas de reciclaje de ropa.

Ambas iniciativas son más o menos similares. Las personas llevan a estas tiendas la ropa que ya no usan —sin importar la marca— a cambio de cupones de descuento para nuevas compras en la tienda. Las empresas usan la ropa recibida para donaciones o fabricar nuevas prendas. La marca H&M fue pionera en esta iniciativa mundial de recuperación de ropa bajo la premisa de que “una buena moda nunca debe acabar en la basura”.

Otras empresas que hacen un esfuerzo por mejorar la sustentabilidad de sus prendas, especialmente en el apartado de moda rápida, son Tommy Hilfiger, Old Navy y el Grupo Inditex, que controla marcas como Zara, Oysho, Pull&Bear, Massimo Dutti o Bershka.

Las estrategias de estas compañías van encaminadas a reducir la huella de carbono hasta hacer la ropa más resistente.

No existe una prenda más sustentable que la que ya existe, utilicemos todas las prendas que ya tenemos

Old Navy, la marca de jeans que vende 40 mil pantalones al día, apuesta porque sus productos sean resistentes y su duración sea de más de una temporada. Además, para 2022, la empresa tiene como objetivo fabricar los jeans utilizando técnicas de ahorro de agua.

“Estamos duplicando las nuevas técnicas y tecnologías de ahorro de agua que no sólo requerirán menos agua en el lavado y diseño de nuestra mezclilla, sino que ayudarán a dejar el suministro de agua más limpio de lo que lo encontramos”. La compañía detalla que hasta el momento alcanzó 60 por ciento de este objetivo.

Tanto Old Navy como Tommy Hilfiger están adheridas a la Better Cotton Iniciative (BCI) para producir algodón con menos recursos naturales.

Según datos de esta organización, el algodón es utilizado en cuatro de cada 10 textiles en el mundo y es cultivado por más de 300 millones de agricultores en 80 países. Sin embargo, advierten, el algodón es vulnerable a los desafíos del cambio climático, como la escasez de agua.

La BCI es el programa de sustentabilidad más grande del mundo en materia de algodón, pues brinda capacitación sobre prácticas agrícolas sustentables a dos millones de productores en 21 países.

Hasta el momento, hay dos mil 400 empresas afiliadas que sólo consumen algodón que provenga de comunidades que estén adscritas a la BCI.

Katarina Cloidt, directora de marca de Tommy Hilfiger, señaló que como parte de su estrategia sustentable, la empresa que maneja en México también forma parte de la iniciativa Better Cotton que empodera a los agricultores.

Por su parte, Inditex cuenta en su directorio con una división de Sostenibilidad, a cargo de Javier Losada. La división es la encargada de supervisar la cadena de suministro. La empresa redujo 20 por ciento sus emisiones y 50 por ciento el uso del agua para la producción de prendas desde la creación del departamento.

Al cierre del segundo trimestre del año pasado, la firma gallega se puso el objetivo de que todas sus colecciones sean fabricadas con materiales orgánicos, sostenibles o reciclados antes de 2025, cuando actualmente este tipo de insumos sólo representa 20 por ciento del total.

10 por ciento de las emisiones de carbono a nivel mundial son de la industria de la moda

Con información de Mario Alavez | El Sol de México