La Catedral de Notre Dame de París, que sufrió un espectacular incendio en abril, aún está en peligro y todavía se debe establecer una decisión sobre la reconstrucción del tejado y de la aguja, indicó el general Jean-Louis Georgelin, encargado de dirigir la restauración del templo.

“Notre Dame no está salvada […] aún está en peligro”, recordó el general durante una entrevista con varios medios franceses, confirmando sus declaraciones de noviembre.

Jean-Louis Georgelin fue designado por el presidente francés Emmanuel Macron para presidir la reconstrucción en cinco años de la catedral.

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“Actualmente no podemos pronunciarnos sobre el estado de la bóveda, hay que examinarlo”, explicó el general, que dijo sentirse en cambio “bastante optimista”.

El incendio en Notre Dame de París, obra maestra del arte gótico construida del siglo XII al XIV, destruyó su tejado y su famosa flecha, obra del arquitecto Eugène Viollet-le-Duc del siglo XIX.

La cuestión del proyecto arquitectónico sigue totalmente abierta, según el general Georgelin: reconstruirla de forma idéntica a la original, como desea el arquitecto jefe Philippe Villeneuve, o someterla a un gesto arquitectónico audaz, como sugiere el ejecutivo francés.

“En las próximas semanas definiremos el proceso preciso que se había anunciado, que permitirá realizar la consulta sobre la aguja”, indicó Georglin.

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“Para reconstruir la aguja, primero tiene que estar hecho el tejado”, indicó. Para elegir el material del tejado “habrá un estudio, un examen de todas las opciones posibles”, agregó, y desmintió informaciones de la prensa según las cuales se decretó una restauración idéntica en madera.

Pero primero, la próxima operación prevista es el desmantelamiento del andamiaje que fue instalado alrededor de la catedral antes del incendio del 15 de abril para restaurar el edificio. El andamio debe ser retirado porque presenta una amenaza para la catedral.

La estructura de tubos que rodea a la Catedral será removida. AFP

La estructura de tubos que rodea a la Catedral será removida. AFP

Después, se realizará un diagnóstico completo que permitirá a los arquitectos analizar cómo restaurar el templo, antes de comenzar la reconstrucción en 2021.

El presidente Macron expresó su deseo de que se culmine en 2024, un plazo que algunos consideran ajustado.

A partir de febrero, comenzará esta delicada operación consistente en desmontar uno a uno los 10.000 tubos metálicos que rodean el edificio que el fuego soldó entre sí como una gigantesca tela de araña.

Instalado antes del siniestro para restaurar el edificio, el andamiaje, fragilizado y deformado por las llamas, amenaza a la bóveda y el equilibrio de la catedral, que este año no pudo acoger la misa de Navidad por primera vez desde hace dos siglos.

Tras finalizarse un segundo andamiaje más alto y ligero, un equipo de expertos denominados “ardillas” desmontarán las piezas y una grúa gigante de 75 metros las bajará al suelo.

La operación durará varios meses, si bien el espacio frente a la fachada será abierto progresivamente a los turistas y viandantes a partir de finales de enero.

El plan del gobierno de terminar la reconstrucción en cinco años ha sido mal recibida por expertos y altos funcionarios del ministerio de Cultura francés, que reprochan al ejecutivo querer terminar el proyecto a marchas forzadas solo para que Macron pueda anotarse un tanto en vistas a su reelección.

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Consideran además que lo que el presidente llama “gesto arquitectónico” responde a un deseo personal de dejar una huella en la historia, como François Mitterrand con la pirámide del Louvre.

Otra polémica estalló en torno a las supuestas negligencias cometidas en la urgencia justo después del incendio, referida a la posible contaminación por plomo: al fundirse los cientos de toneladas de la aguja, construidas en este metal pesado, habrían liberado partículas contaminantes.

Los análisis no revelaron un diagnóstico preocupante, pero las obras debieron ser interrumpidas tres semanas durante el verano para llevar a cabo controles y tomar medidas drásticas de higiene para quienes participaron en la limpieza.

Por el momento, mantener protegido el edificio es la prioridad. Tras el desmontaje de los andamios, llegará el momento de las decisiones arquitectónicas y los concursos o licitaciones. La fase de reconstrucción podría comenzar en 2021.

Una ley “Notre Dame” aprobada a finales de julio autoriza ciertas licencias -en ocasiones, también criticadas- para agilizar los procesos administrativos y acelerar el calendario.

Según muchos expertos, el objetivo de cinco años fijado por Macron para la restauración del edificio es viable. Esto dependerá más de la rapidez en la ejecución de los trámites administrativos que de los trabajos en sí, dados los medios técnicos disponibles.

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El dinero tampoco será un problema: 922 millones de euros en donaciones y promesas de donaciones han sido confirmadas, del dólar de un niño estadounidense a los 200 millones de euros del millonario francés Bernard Arnault.

Aunque ciertas medidas de desgravación fiscal han animado a muchos a donar, este aluvión de aportaciones, de Japón a Marruecos, pasando por Brasil o Estados Unidos, revela la inmensa notoriedad simbólica de este monumento para el gran público, independientemente de sus creencias religiosas.