El bolsonarismo arrasa el centro derecha tradicional, el Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB) y el Movimento Democrático Brasileiro (PMD) de Michel Temer, aliado histórico de todos los gobiernos.
Ni las previsiones más alarmantes detectaron el tsunami político de Jair Bolsonaro. Ningún analista preveía más de un 40% de los votos válidos. La polarización extrema de la política ha dinamitado los cimientos políticos de Brasil. Gane quien gane la presidencia en el segundo turno del día 28 de octubre, nada será igual. La histórica rivalidad entre el Partido de los Trabajadores (PT) y el Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB) desaparece: los conservadores registraron el peor resultado de su historia. El Movimento Democrático Brasileiro (MDB), en el que se apoyaron todos los gobiernos, queda relegado a cuarto grupo parlamentario. Y muchas familias oligarcas y nombres de peso se quedan fuera del senado. Ni siquiera la ex presidenta Dilma Rousseff consiguió su plaza de senadora en Minas Gerais.
El hundimiento del centro derecha abre el camino a la ultraderecha del Partido Social Liberal (PSL) de Jair Bolsonaro y a nuevos partidos neoliberales como PODEMOS o NOVO. Todos los candidatos apoyados por Bolsonaro han arrasado. Su campaña anti establishment, centrada en WhatsApp, ha catapultado a candidatos que ni salían en las encuestas. El juez justiciero Wilson Witzel, del Partido Social Cristiano (PSC), antiguo partido de Bolsonaro, obtuvo el 41,28% de los votos para gobernador en Río de Janeiro y disputará el segundo turno. El empresario Romeu Zema (NOVO) consiguió el 42,73% de los votos en Minas Gerais. Crece la bancada evangelista. Y la presencia de las fuerzas armadas en el congreso: 22 diputados con algún vínculo militar.
A pesar del tsunami en las elecciones presidenciales, la izquierda sale viva de las legislativas. Aunque el PT pierde diputados, el conjunto de la izquierda pasa de 124 a 135 diputados, aunque está en clara minoría. En el Senado, la derecha tradicional domina. En las elecciones regionales, el PT y otros partidos de izquierda salen reforzados en su bastión del nordeste. En el resto de elecciones regionales, la izquierda naufraga.
¿Cómo se explica este tsunami?
Adiós al bipartidismo
El ascenso de Jair Bolsonaro le debe mucho al hundimiento del tradicional PSDB. Geraldo Alckmin, su candidato presidencial, obtuvo un humillante 4,76% de los votos. En el congreso, el PSDB pasa de 54 a 29 diputados (novena fuerza). En el Senado, se queda con 8 (pierde uno). En las regiones, el PSDB todavía puede ganar en segundo turno estados influyentes como São Paulo, Minas Gerais y Rio Grande do Sul. Por otro lado, el histórico Movimento Democrático Brasileiro (MDB), que habitualmente tenía el mayor grupo parlamentario, pasa de 64 a 34 diputados. Su fracaso también beneficia tanto al PSL de Bolsonaro como a otros partidos conservadores. Con 52 diputados, el PSL se ha convertido en el segundo grupo parlamentario tras el PT.
Al mismo tiempo, han crecido partidos conservadores ya existentes, como el DEM (29) o el evangelista PRB (Partido Republicano Brasileiro, 30). Otros partidos centristas o liberales mantienen el tipo, como el PSD (Partido Social Democrático, 34), el PR (Partido da República, 33) o el PP (Partido Progressista, 37 diputados). Además, la derecha ha conseguido canalizar la indignación anticorrupción a dos nuevos partidos neoliberales, como PODEMOS (7) y Novo (8).
En la izquierda, la pérdida de peso del PT (13 diputados y 7 senadores menos), se compensa con el crecimiento de otros partidos. El Partido Socialismo y Liberdade (PSOL) casi duplica su grupo (10 diputados). El Partido Democrático Trabalhista (PDT), empujado por la campaña de Ciro Gomes, que consiguió el 12,47% de los votos en las presidenciales, se va a 28 diputados. El Partido Socialista Brasileño (PSB) se mantiene fuerte con 32 diputados. El Partido Comunista de Brasil (PcdB) pierde uno (tiene 9), pero su influencia está garantizada, tras reeditar en primera vuelta de gobierno del Estado de Maranhão.
Como consecuencia un fragmentadísimo y conservador parlamento con treinta partidos, el PFL tendrá el timón de la derecha, el MDB no será más el gran partido con el que pactar y el PT tendrá que tener más en cuenta a sus aliados de izquierda. El papel del PSDB y los partidos del denominado centrão dependerá de quien gane la presidencia.
Azote de las oligarquías
El voto anti establisment ha provocado la caída tanto de oligarquías políticas como de candidatos históricos. Algunos caciques del MDB, como Romero Jucá, Eunício Oliveira, Roberto Requião o Edison Lobão, no han sido elegidos como senadores. La candidata del clan de los Sarney (Roseana Sarney) ha perdido en el primer turno en el estado de Maranhão contra el comunista Flávio Dino. Otra sorpresa: el trío de oro del PT se ha quedado fuera del senado: Dilma Rousseff en Minas Gerais, Eduardo Suplicy en São Paulo y Linderberg Farias en Río de Janeiro.
El deseo de renovación, a parte de la irrupción de la ultra derecha, ha propiciado cierto aire fresco. De los de 513 diputados, 243 son nuevos, la mayor renovación de la historia. El cambio de piel ha ocurrido tanto en la izquierda como en el centro derecha liberal. Por un lado, el ecosistema Ocupa Política, una red de candidaturas al congreso federal y a los regionales, obtuvo un total de 2.201.279 votos, eligiendo 4 candidatos federales y 9 regionales. 12 son mujeres, 9 negras y 3 transexuales.
Aunque las izquierdas no han conseguido canalizar la indignación de la sociedad a las elecciones presidenciales, han colado las pautas identitarias en el congreso. El PSOL ha elegido a diputadas afrodescendientes como Áurea Carolina y Andreia de Jesus, a la feminista Sâmia Bomfim y a la transexual Erica Malunguinho da Silva. La REDE ha conseguido la primera diputada indígena de la historia ( Joenia Wapichana en Rondonia) y al primer senador declarado gay (Fabiano Contarato, Espírito Santo). Además, las candidaturas Bancada Ativista (São Paulo) y de Juntas(Pernambuco), vinculadas al PSOL, ganaron con una propuesta de mandato colectivo.
Del otro lado, la iniciativa Renova Política, financiada por la estrella televisiva Luciano Hulk, ha conseguido la elección de 16 candidatos, la mayoría de centro derecha. Renova Política ha ayudado a ayudado a que REDE y PODEMOS entren en el Senado, ambos con cinco senadores. Sin embargo, la nueva política ha llegado de forma tímida. Predomina una falsa renovación. La irrupción de los candidatos a gobernador de Wilson Witzel en Río de Janeiro y Romeu Zema en Minas Gerais confirma el auge de una antipolítica radical ultraconservadora.
Ni centro ni terceras vías
Aunque el resultado de Fernando Haddad ha estado muy por debajo del primer turno de 2014 de Dilma Rousseff (casi 10 puntos menos), el PT salva el barco. La persecución a Lula y la polarización han sido sus salvavidas. El precio pagado parece demasiado alto. La ultra derecha ha capitalizado mucho mejor la polarización. Y ha desaparecido cualquier posibilidad de centro y de tercera vía. La ecologista Marina Silva obtuvo un 1% de los votos. Guilherme Boulos, candidato del PSOL, consiguió un 0,58%.
El centro izquierdista Ciro Gomes, posible tercera vía,sobrevive con un 12,47% de los votos, aunque fracasó. Con la pérdida de peso del centro derecha y la ausencia de una alternativa anti establishment en la izquierda, el PT tendrá difícil su estrategia para el segundo turno. El votante indignado identifica al PT con el sistema. Paradójicamente el petista Fernando Haddad, para enfrentarse a la ultra derecha, deberá buscar los apoyos del extremo centro.