El empresario ruso y fundador del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, afirmó que la región es un “punto central del Frente Oriental” y un “importante centro logístico”.

En un comunicado en su canal de Telegram, el jefe de los mercenarios de Putin agregó: “La guinda del pastel es el sistema de minas de Soledar y Bakhmut, que en realidad es una red de ciudades subterráneas”.

“No solo tiene la capacidad de albergar a un gran grupo de personas a una profundidad de 80-100 metros, sino que también pueden desplazarse tanques y vehículos de combate de infantería”, reveló el oligarca ruso y afirmó que se han almacenado reservas de armas en esos túneles desde la Primera Guerra Mundial.

El Señor de la guerra ruso también ha destacado la singular capacidad defensiva geográfica e histórica de la ciudad, en primer lugar debido a su división mediante barreras de agua, y en segundo término, por los alrededores de la región que crean “un único sistema defensivo”.

La zona, en la región del este de Donetsk, se ha vuelto muy hostil para las tropas de Putin. Ayer se conoció una impactante imagen que se cree que fue tomada allí. Difundida por el ministerio de Defensa de Ucrania, se ve un campo abierto con decenas de cuerpos de soldados rusos abatidos.

Yevgeny Prigozhin, más conocido como “el chef de Putin”, junto al miembro de la Duma (diputado), Vitaly Milonov, en Luhansk, dentro de Ucrania.

Yevgeny Prigozhin, más conocido como “el chef de Putin”, junto al miembro de la Duma (diputado), Vitaly Milonov, en Luhansk, dentro de Ucrania.

“Nunca antes el cuerpo diplomático ruso había sufrido tales pérdidas”, afirmó el ministerio en un tuit redactado con gran ironía. La imagen desmonta la narrativa de victoria que intenta instalar Vladimir Putin desde el Kremlin.

El ministerio ucraniano no brindó detalles sobre el episodio que terminó con decenas de soldados rusos abatidos ni precisó cuándo sucedió. Sin embargo, las versiones que comenzaron a circular detallan que se trataría de unos 70 soldados rusos abatidos que no lograron encontrar cobertura en medio del fuego aéreo de las tropas ucranianas. Además, se cree que la compañía rusa fue sorprendida en pleno desplazamientos, sin posibilidad de escapatoria.

La impactante imagen aérea se suma al brutal golpe sufrido por Moscú cuando cientos de soldados murieron en la víspera de Año Nuevo, en una explosión que destruyó un cuartel temporal en una escuela de formación en Makiivka, ciudad gemela de la capital regional de Donetsk ocupada por Rusia en el este de Ucrania.

La impactante imagen aérea se suma al brutal golpe sufrido por Moscú cuando cientos de soldados murieron en la víspera de Año Nuevo, (Crédito: Twitter)

La impactante imagen aérea se suma al brutal golpe sufrido por Moscú cuando cientos de soldados murieron en la víspera de Año Nuevo, (Crédito: Twitter)

Cuando la imagen aérea se amplía, lo que parecen puntos se transforman en nítidos cuerpos tendidos en el campo abierto.

Cuando la imagen aérea se amplía, lo que parecen puntos se transforman en nítidos cuerpos tendidos en el campo abierto. (Crédito: Twitter)

Cuando la imagen aérea se amplía, lo que parecen puntos se transforman en nítidos cuerpos tendidos en el campo abierto. (Crédito: Twitter)

“El chef de Putin”

Si Yevgeny Prigozhin decidió hablar de Bakhmut como pieza clave en el tablero de guerra ruso merece atención ya que se trata del brazo armado más simportante del Kremlinen la actualidad.

El poderoso oligarca maneja los trolls y mercenarios rusos. En efecto, Prigozhin es el fundador del grupo paramilitar Wagner, acusado de violaciones a los derechos humanos, crímenes de guerra y actos terroristas en diversos conflictos. Pero su despiadado accionar quedó aún más al descubierto durante el año pasado con su participación en la invasión a Ucrania.

Nacido el 1 de junio de 1961 en San Petersburgo, Prigozhin estudió en un secundario deportivo y se destacaba en esquí de fondo, disciplina que practicaba con su padrastro, Samuil Zharkoy. Pero a pesar de su interés por el deporte, desde muy joven comenzaron sus problemas con la ley. En 1979 fue detenido por robo. Dos años más tarde, lo procesaron por reincidencia, sumado a cargos de asociación ilícita, fraude y reclutamiento de menores para someterlos al ejercicio de la prostitución. En época de la Unión Soviética conoció la rigurosidad de las penas, y fue condenado a 12 años de prisión. Finalmente cumplió nueve en una colonia penal y cuando salió, perdonado, el mundo había cambiado tras la caída de la URSS.

Ya en libertad, primero instaló varios puestos de venta de hot dogs con su padrastro. Luego, le ofreció su visión logística a un compañero de escuela, Boris Spektor, quien era propietario de una popular cadena de supermercados (Contraste). Éste aceptó y le cedió el 15% de la empresa. Pero Prigozhin tenía un sueño: tener un restaurante a la orilla de un río. Así es cómo en 1995 compartió este anhelo con Kirill Zilminov, director general de Contraste, a quien rápidamente le interesó la idea de armar algo propio. Además, los ingresos en la cadena de supermercados empezaban a caer. Apenas un año después, en 1996, abrieron “Antiguas Costumbres”, que se convirtió en uno de los primeros restaurantes de élite en San Petersburgo.

El rápido crecimiento del emprendimiento les permitió abrir otros restaurantes, y en 1997 compraron un barco, lo adaptaron y lo llevaron al río Nevá, donde inauguraron “Isla Nueva”. Establecimiento que pasó a ser habitué de ricos, famosos, y gran parte de la élite rusa. En 2001 fue nada menos que Putin para agasajar al presidente francés Jacques Chirac. Prigozhin, uno de los dueños del restaurante, fue personalmente a llevarles los platos a los mandatarios. Desde entonces, comenzó una estrecha relación con Putin. Encantado con la comida y el servicio, el presidente ruso le encargó los banquetes del Kremlin en cada recibimiento de jefes de Estado, que le valieron el apodo de “chef de Putin”.

Esa vínculo le permitió entablar muchos contactos en el Kremlin, como con Viktor Zolotov, director de la Guardia Nacional de Rusia, o Roman Tsepov, empresario de seguridad y confidente del presidente.

Sus arcas, en tanto, también empezaron a crecer considerablemente. A tal punto que llegó a ubicarse entre los 100 más ricos del país. Se compró una mansión en San Petersburgo, una casa de veraneo en el Mar Negro, un yate de 35 metros y un avión privado. También fue capaz de darse un gusto: comprar un Lincoln Continental de la década de 1960, su automóvil favorito. En 2010 fundó una fábrica de alimentos precocidos envasados al vacío, única en el país. Sin embargo, periodistas críticos del Kremlin denunciaron que esa compañía funcionaba a modo de cártel. Como ocurría -y ocurre hoy en día- con los empresarios amigos de Putin, la empresa de Prigozhin ganaba todos los concursos a los que se presentaba y los contratos le reportaban miles de millones de rublos. Entre 2013 y 2018, según denunció la Fundación Anti Corrupción (FBK), que fundó el preso político Alexei Navalny, Prigozhin se benefició con contratos gubernamentales por unos 3.100 millones de dólares.

Desde 2010 suministra alimentos a la Agencia para el Manejo de Emergencias; desde 2011, a las escuelas de Moscú; desde 2012, a las fuerzas armadas. Desde 2014 se ocupa de los servicios de limpieza de los establecimientos militares; desde 2015 también de las viviendas y los servicios comunales asociados a ellos. Desde 2016 se encarga de toda reparación en las instalaciones dependientes del Ministerio de Defensa.

Pero a mediados de la década de 2010, los planes de Prigozhin comenzaron a adquirir una dimensión geopolítica. Así nació lo que él denominó la “Agencia de Investigación de Internet”, cuya verdadera misión era darle empleo a trolls de bajo coste para difundir desinformación y propaganda. La agencia salió a la luz por sus intentos de interferir en la política estadounidense. Algo que el propio “chef de Putin” reconoció el año pasado: “Hemos interferido (en las elecciones estadounidenses), estamos interfiriendo y seguiremos interfiriendo. Con cuidado, con precisión, quirúrgicamente y a nuestra manera, como sabemos hacerlo”.

El pasado mes de julio, el Departamento de Estado de EEUU ofreció una recompensa de hasta 10 millones de dólares por información sobre Prigozhin en relación con su “participación en la interferencia electoral en Estados Unidos”. El empresario ruso también fue objeto de sanciones por parte de Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea.

El pasado mes de julio, el Departamento de Estado de EEUU ofreció una recompensa de hasta 10 millones de dólares por información sobre Prigozhin  (Reuters)

El pasado mes de julio, el Departamento de Estado de EEUU ofreció una recompensa de hasta 10 millones de dólares por información sobre Prigozhin (Reuters)

Desde entonces, Prigozhin ya no era sólo un hombre que se había enriquecido bajo el régimen de Putin, o simplemente el chef del ex agente de la KGB. Se había convertido en uno de sus instrumentos y, en muy poco tiempo, su Ejército ya no sólo estaba formado por trolls.

En 2014, en el marco del ataque inicial de Rusia a Ucrania con la anexión ilegal de Crimea, Prigozhin fundó el Grupo Wagner, que se presenta como una “empresa militar privada” pero en realidad se trata de una organización paramilitar respaldada por las fuerzas armadas rusas. Sus combatientes participaron en la ocupación ilegal de Crimea y en las batallas mucho más sangrientas en el este del país.

Desde su fundación hasta el día de hoy, los mercenarios de Wagner son conocidos por sus despiadadas violaciones a los derechos humanos en zonas de conflicto de todo el mundo. “En su brutal defensa del régimen de Al Assad en Siria, los mercenarios de Prigozhin cimentaron su reputación como los oscuros ejecutores de Putin, llevando a cabo misiones que el ejército ruso no llevaría a cabo abiertamente, o no podría hacer en absoluto”, señala el OCCRP en su informe.

El grupo también aplica la misma crueldad con los propios. Muchos de sus combatientes son convictos que, a cambio de ganar su libertad, son enviados a los campos de batalla. La mayoría no cuenta con preparación adecuada, por lo que terminan siendo poco más que carne de cañón. Los que se niegan, no obstante, pueden terminar muy mal. Un ex combatiente que logró huir de las filas del Grupo Wagner, declaró recientemente a activistas rusos que la organización paramilitar ejecutó al menos a diez hombres por haberse negado a ir a luchar a Ucrania.