El euro volvió a caer este miércoles por debajo del dólar, tras haber recuperado provisionalmente el martes la paridad: por cada unidad de la moneda europea se obtenían 0,998 dólares.
Las preocupaciones derivadas de la alta inflación y de una posible nueva suba de la tasa de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha tenido al euro bajo presión desde hace varias semanas.
La semana pasada el euro cayó un 1,57% frente al dólar, con lo que se aceleró una tendencia que ya se venía viendo.
A lo largo de este miércoles, el euro ha estado oscilando en torno a la paridad y buena parte del día estuvo por debajo del dólar.
Es la segunda vez en los últimos meses que la moneda europea cae por debajo del dólar, registrando su cotización más baja en cerca de 20 años.
Contrariamente al Banco Central europeo (BCE), la Fed empezó rápidamente a subir sus tasas de interés para luchar contra la inflación.
Esas tasas elevadas hacen más rentable la posesión de dólares, lo que atrae a inversores y aprecia aún más a la divisa.
Por su lado, el BCE ha subido finalmente de forma moderada sus tasas, pero se ignora cuál será su política a largo plazo, y esa incertidumbre pesa contra el euro.
“El BCE está en situación complicada. No puede subir de golpe sus tasas, ya que puede provocar una crisis de deuda soberana en los países más endeudados de la zona euro”, explica Eric Dor, director de Estudios Económicos del IESEG School of Management.
La Fed “no tiene ese problema”. En consecuencia, esa diferencia de tasas juega “muy a favor del dólar”. Además, la guerra en Ucrania y la dependencia europea ante los hidrocarburos rusos refuerzan la “creciente incertidumbre” que sufre la economía de la zona euro, agrega.
Cerca de la mitad de los productos importados en la zona euro son facturados en dólares, y menos del 40% en euros, según Eurostat.
Es el caso del petróleo o el gas, y de muchas materias primas, cuyas cotizaciones se han disparado en el contexto de la guerra en Ucrania. Pero con la depreciación de la moneda europea, se necesitan más euros para comprar los productos importados en dólares, lo que contribuye a acelerar la inflación. Y si esta subida de precios no está acompañada por un alza de salarios, se produce una pérdida del poder adquisitivo de las familias.
Accesoriamente, la depreciación del euro ante el dólar va a frenar el turismo de los europeos, especialmente en Estados Unidos. En cambio, los turistas norteamericanos salen ganando en sus viajes a Europa.
El efecto de la baja del euro varía según la dependencia de las empresas ante el comercio exterior y la energía. “Las empresas que exportan fuera de la zona euro se benefician de la depreciación del euro, ya que sus precios son más competitivos (una vez convertidos en dólares), mientras que las empresas que importan sí están penalizadas”, resume Philippe Mutricy, director de estudios del banco público Bpifrance.
En cambio, para las empresas dependientes de materias primas y de energía, y que exportan poco, como los artesanos locales, los costos se disparan.
La gran ganadora de la caída del euro es la industria manufacturera europea que exporta productos al extranjero, como los sectores aeronáuticos, automotor, del lujo o de la química. Teóricamente, la caída del euro beneficia a los sectores exportadores europeos hacia el extranjero, en especial Alemania, cuya economía está basada en buena parte en el comercio y sus ventas al exterior.
Fuente: AFP