La momia de Ramsés II fue descubierta en 1881 por los antropólogos Gaston Maspero y H. Brugsch y se conservaba en el Museo de El Cairo donde figuraba como una de las mejores conservadas de la historia.

Pero la momificación es un proceso bastante complejo y la sala donde descansaba el faraón no contaba con las condiciones idóneas para la conservación del cuerpo que se fue deteriorando hasta que los restos estuvieron en peligro evidente, según publicó el diario El Español.

El faraón momificado debía someterse a un meticuloso proceso fungicida que no dañara sus restos. Para ello, los responsables del museo acordaron un tratamiento con especialistas franceses, quienes indicaron que esta reliquia histórica estaba infestada con 89 tipos de hongos.

El viaje a París era inminente para solucionar el deterioro, así que los coordinadores tuvieron que iniciar el trámite de viaje para Ramsés II, ya que Francia no permitía la entrada al territorio nacional de ningún extranjero sin pasaporte, así estuviera vivo o muerto.

Fue así como este faraón, logró una mayor notoriedad luego de 3.250 años de muerto y “vivió” situaciones del mundo moderno. El arqueólogo estadounidense David S. Anderson hizo una recreación del documento de Ramsés II.

​Por si fuera poco, al pisar suelo francés en el aeropuerto de Le Bourget, la momia recibió honores militares como todo jefe de Estado.

Tras el tratamiento, los restos de Ramsés II volaron a Egipto y fueron devueltos al Museo, junto con su pasaporte, un documento insólito.