La ola de violencia que desangra el estado de Río de Janeiro ha llevado este viernes al presidente de Brasil, Michel Temer, a firmar un decreto de intervención federal que pone la seguridad en manos de las Fuerzas Armadas, una medida inédita en el país desde el regreso de la democracia hace tres décadas.
“No podemos seguir aceptando pasivamente la muerte de inocentes. Es intolerable que estemos enterrando madres y padres de familia, trabajadores, policías, niños y niñas, y que veamos barrios enteros sitiados, con sus escuelas bajo la mira de fusiles”, ha argumentado Temer tras firmar la medida, tras rubricar el decreto en el Palacio de Planalto ante varios ministros y otras autoridades brasileñas.
“El crimen organizado casi ha tomado el control del estado de Río de Janeiro“
“El crimen organizado casi ha tomado el control del estado de Río de Janeiro”, ha denunciado, en lo que ha calificado de “metástasis que se expande por el país y amenaza la tranquilidad de nuestro pueblo”.
El decreto entra en vigor “inmediatamente”, según ha dicho Temer, aunque deberá ser ratificado por el Parlamento. En cualquier caso, la mesa de la Cámara de Diputados y la del Senado ya han manifestado que apoyan la decisión y la someterán a votación durante la próxima semana.
Creciente violencia urbana
La población carioca es víctima desde hace más de un año de una creciente e indiscriminada violencia urbana que el año pasado causó 6.731 muertes, entre las que se cuentan las de más de cien policías y diez niños, muchos alcanzados por las llamadas “balas perdidas”. El año pasado, las muertes violentas aumentaron un 8 % respecto a 2016 y un 26 % respecto a 2015, según las estadísticas oficiales.
Las autoridades brasileñas ya han recurrido en anteriores ocasiones al Ejército en labores de seguridad ciudadana, especialmente para intentar frenar a las mafias de narcotraficantes y a las milicias que luchan por defender su territorio en las favelas, los suburbios empobrecidos que conforman las zonas más deprimidas de Río de Janeiro.
De hecho, antes de llegar a este extremo, el Gobierno brasileño ya había desplegado a mediados del año pasado a 10.000 efectivos de las Fuerzas Armadas en Río de Janeiro, pero con áreas de actuación limitadas, una iniciativa que se ha revelado insuficiente para devolver la tranquilidad a una ciudad que es el escaparate de Brasil ante el mundo.
Así, la violencia ha alcanzado ya las áreas pudientes y relativamente seguras de la urbe, lo que ha impulsado una decisión sin precedentes: las Fuerzas Armadas tendrán el mando de todas las fuerzas de seguridad en el estado. Temer ha señalado, además, que el Ejército también se hará cargo de sectores como el control de las prisiones -muchas de ellas en manos de bandas del narcotráfico- y la vigilancia de las carreteras.
Una medida extraordinaria
La medida se ha adoptado tres días después de que acabara el carnaval, la fiesta popular más importante de Brasil y, en particular, de Río de Janeiro, que este año se ha visto manchada por numerosos y graves episodios de violencia, incluso en los alrededores del popular y vigilado sambródromo. Las imágenes de bandas de jóvenes rodeando y asaltando en masa a los turistas han sido repetidamente emitidas por las televisiones brasileñas, contribuyendo a la sensación de alarma.
De este modo, Temer ha justificado la adopción de una “medida extrema porque todas las circunstancias así lo exigen” y ha prometido que habrá “respuestas duras y firmes para enfrentar y derrotar al crimen” organizado.
“Nosotros solos no estamos consiguiendo detener la guerra entre las facciones del narcotráfico“
La intervención ha sido decretada con el pleno acuerdo del gobernador de Río, Luiz Fernando Pezao, quien esta semana admitía que las autoridades no estaban preparadas para garantizar la seguridad en el Carnaval. “Río de Janeiro tiene prisa, tiene urgencia. Nosotros solos, con la Policía Militarizada y la Policía Civil, no estamos consiguiendo detener la guerra entre las facciones [del narcotráfico] en nuestro estado”, ha declarado Pezao tras la rubrica del decreto en el palacio de Planalto.
“No veremos más avenidas con trincheras, los presidios dejarán de ser oficinas para los bandidos y nuestras plazas no serán más del crimen organizado”, sino que estarán reservados a “la gente honesta”, ha garatizado Temer, quien este sábado tiene previsto viajar a Río de Janeiro para supervisar la actuación de las Fuerzas Armadas durante la intervención.