Durante cada elección en India, funcionarios electorales se internan en el bosque de Gir, que está plagado de leones, para recoger el voto de un solo hombre.
Son unos cinco funcionarios, acompañados de dos policías. Cargan todo el material electoral, incluyendo una máquina de votos electrónica.
Después de una larga jornada, arman una cabina de votación dentro de un radio de dos km de la residencia de Guru Bharatdas Darshandas, según el reglamento.
El solitario votante, que está en la década de los 60, cuida de un templo que está en el bosque, en el occidental estado de Gujarat.
“Éramos 45 viviendo en este templo. Teníamos un enorme número de peregrinos. Entonces las autoridades forestales empezaron a crear obstáculos para que la gente viviera aquí. Así que todos se fueron y yo soy el último votante que queda“, le dijo a la BBC en 2009.
Me siento honrado de que las autoridades hayan hayan instalado una cabina de votación sólo para mi voto”.
Espera ver mejores carreteras en la selva para que más peregrinos puedan visitar.
“Pero me hace sentir bien que las autoridades vengan hasta aquí para recoger mi voto. Me siento honrado”.
La historia de Bharatdas deja entrever la complejidad que implica organizar las elecciones generales de India. Pero no alcanza siquiera a mostrar un poco del panorama general.